Cierto es que la chavalería del siglo XXI está todo el día pegada al móvil, pero llamar a la policía para que uno de estos adolescentes “pulgaresplanos” deje de mandar mensajes de texto me parece un poco desmesurado. Esto es lo que ocurrió en Wisconsin, Estados Unidos, donde una chica de 14 años, hizo caso omiso a las peticiones de su profesor de matemáticas para que parara de enviar SMS durante la clase. El maestro, con pocas capacidades creativas para inventarse castigos, llamó directamente a las fuerzas del orden. La poli, que debe de tener poco trabajo en el tranquilo estado norteamericano, acudió al colegio y quiso confiscarle el teléfono a la joven, que previamente lo había ocultado dentro de sus pantalones, en su zona trasera. Fin de la historia. A la muchacha los SMS le han costado (además de las tarifas de turno de su operadora) una semana de expulsión, una citación criminal por conducta desordenada (con 300 dólares como fianza) y quedarse sin teléfono. A veces, hasta aprecio el sistema educativo español. —Alberto Payo [The Smoking Gun]
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