Imaste: De asociación para montar fiestas de Erasmus a plataforma de ferias virtuales

Hay start-ups de base tecnológica que no se crean con esa idea en mente. Son empresas normales que acaban siendo TIC por la necesidad de adaptación a los nuevos tiempos o porque se acaban diversificando. Es lo que le sucedió a Imaste, una empresa con base en Madrid que hoy en día es una de las líderes mundiales en la organización de eventos virtuales.

La historia de los orígenes de Imaste es curiosa. Sus tres fundadores son ingenieros, pero ninguno informático ni de teleco. Se puede decir que la empresa se formó por una afición común de los tres, que implicaba en gran medida traer a estudiantes Erasmus a Madrid sin ningún coste para ellos. ”Nos conocimos porque estábamos juntos en una asociación en la universidad y allí nos dedicamos a hacer eventos, conseguir patrocinadores y traer gente de toda Europa. Después de acabar la facultad cada uno comenzamos a trabajar para empresas externas. Finalmente dejamos nuestros correspondientes trabajos y fundamos la compañía”, explica Miguel Arias Bermúdez, uno de sus tres creadores.

Los comienzos como empresa fueron bastante duros. Arias reconoce que los primeros años no ganaban un duro. “Cada uno pusimos 1.000 euros y estuvimos dos años sin sueldo. Lo que ganábamos en eventos lo reinvertíamos en otros eventos presenciales”. La compañía entocnes tenía dificultades hasta para pagar los cartuchos de impresión. “Recuerdo que por la noche nos llegaban un montón de fax spam y nos chupaban toda la tinta. Casi no teníamos dinero para pagar el tóner”.

En los tiempos en los que se fundó Imaste (2003) el ecosistema de los emprendedores apenas estaba formado en España. Arias, quien posteriormente fundaría el colectivo de start-ups Chamberí Valley, explica que, a diferencia de ahora, había trabajo de sobra en empresas para los ingenieros y no era frecuente que uno decidiera montarse su propio negocio en este ámbito. “Entonces no existía eso de ‘emprendes o no hay nada más’. Nadie lo entendía, ni nuestros amigos ni nuestras familias”.

Las cosas han cambiado mucho para las start-ups desde entonces. “En el caso de Chamberí Valley ahora hay un ecosistema de start-ups que hacen networking de manera natural, con contactos que se pasan de unos a otros. Este apoyo entre emprendedores no existía hace cuatro años, aunque aún nos queda un montón por seguir avanzando”.

Los primeros  esfuerzos de Imaste se centraron en lo que ya habían comenzado a hacer en su etapa académica: servir como puente entre los estudiantes universitarios que estaban buscando trabajo y las propias empresas. Así, organizaban ferias de empleo a las que acudían representantes de más de 15 universidades

No fue hasta cuatro años después de su fundación cuando Imaste dio el salto al mundo de las nuevas tecnologías. En 2007 comenzaron a desarrollar una plataforma virtual en plan piloto para trasladar toda la experiencia física a la nube. “En 2008, coincidiendo con el comienzo de la crisis comenzamos a darnos cuenta de que los eventos presenciales eran una pérdida de tiempo. Hablamos con Monster Francia. Empezó la gran crisis y el tema del empleo empezó a ir fatal. Mientras, nos dábamos cuenta de que nuestra parte virtual estaba creciendo mucho fuera de España”, comenta Miguel.

La firma tuvo que lleva a cabo una restructuración completa, pasando de 30 empleados a 15. Posteriormente, la mayoría de las nuevas incorporaciones iban a ir destinadas a personal técnico. De hecho, en la actualidad este tipo de puestos suponen dos tercios de su fuerza de trabajo. Fue entonces también cuando la empresa abrió su campo de mira, hasta entonces circunscrito a los eventos nacionales. Hoy, operan en 20 países diferentes.

Hace un mes Imaste fue adquirida por una de sus principales rivales, la empresa estadounidense ON24. “Éramos líderes en Europa. Estábamos en un momento en el que teníamos que decidir o coger mucha financiación o unirnos a uno más grande. Llegó la conversación adecuada en el momento adecuado. Eran nuestra competencia y querían crecer en nuestro mercado y Latinoamérica”. En este sentido, el co-fundador de Imaste hace una recomendación: “Es muy importante que tu competencia sepa que existes. Tienes que avisar de que estás ahí. Si eres conocido y haces las cosas bien siempre hay alguien que llama a tu puerta. Y nosotros lo éramos porque no teníamos rivales en España”.

Otro de los puntos que Arias destaca es la importancia de contar con muchos usuarios para llamar la atención  tanto de inversores como de compañías que puedan querer comprar. “Hay que tener masa crítica. Sin ella nadie te hace caso. Ni siquiera se interesan por tu proyecto o tecnología”. En su caso las cifras hablan por sí mismas: han realizado más de 160 ferias virtuales, con una media de 60.000 participantes y 50 expositores en cada una.

Con una adquisición de este tipo, lo primero que uno se pregunta es si su empresa se va a perpetuar o va a quedar totalmente absorbida. En el caso de Imaste mantendrán “marca, equipo y estructura. Nuestras tecnologías son complementarias. Ellos son muy buenos con el webcast y nosotros nos ocupamos del envoltorio, el networking de alrededor”, señala Arias.

Imaste ha conseguido ser líder en la organización de eventos virtuales En un entorno en el que las comunicaciones de vídeo se han desarrollado tanto ¿cómo diferenciarse de la competencia? “El mercado es muy amplio. YouTube, por ejemplo, emite casi gratis pero con poca interactividad y soporte. Imaste estaría en medio del usuario final y la empresa. Estamos en el mercado corporativo, en la emisión de uno a muchos pero con interacción”, explica Miguel. “Cada uno ocupa su lugar. El mercado está madurando y empieza a tener muchos nichos”.

Las ferias virtuales, el gran filón

Imaste no ha abandonado del todo su negocio de ferias presenciales, sino que lo ha escindido en otra empresa. Incluso, en septiembre planean realizar una feria exclusiva para encontrar trabajo en start-ups.

Sin embargo, hoy su foco principal son las ferias virtuales. Miguel subraya el ahorro de costes que permiten y la accesibilidad todo el público. “Normalmente nuestros eventos virtuales son gratuitos para el visitante, aunque sí que hemos hecho alguno muy de nicho cobrando. Un expositor por IFEMA paga por el suelo unos 8.000 euros, mientras un stand virtual en nuestra plataforma no pasa de los 900 euros. El espacio que en ferias físicas se paga por 30.000 en virtual supera los 4.000 euros”.

Emprender en España, ¿algo también virtual?

Arias reconoce que para contar con un proyecto decente algo fundamental es contar con un buen programador o diseñador. Afirma que el capital semilla ya no es muy complicado de conseguir en España, sin embargo, cuando se intenta recaudar entre medio millón y un millón de euros la cosa se empieza a poner complicada. “La siguiente fácil es difícil. En nuestro país existe muy poco capital riesgo”.

Como emprendedor y co-fundador de Chamberí Valley, Miguel ha destacado el empujón que está dando al ecosistema iniciativas como Wayra. Sin embargo, el ‘paternalismo’ de incubadoras de este tipo también conlleva sus riesgos. “Telefónica cuando hace algo lo hace a lo bestia, mejora las empresas de forma espectacular. El problema es ¿hay mercado para estas start-ups? ¿Quién invierte ese medio millón o millón de euros? Lo que no puede ser es incubar a estas empresas mediante Wayra y luego que Amerigo invierta en todas. Wayra está bien como concepto si es neutral y estas start-ups no son hijas de Telefónica”.

Alberto Payo

Redactor jefe de ITespresso.es. Comunicador audiovisual y periodista digital desde hace más de una década y tecnológico desde hace casi 7 años. Dentro de las TIC, interesado por la movilidad, las startups, los emprendedores y las apps. Fuera de ellas, aficionado al cine, la fotografía, los cómics, los viajes y los monólogos.

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