Agosto es el mes clásico de las no-noticias, unas semanas tan faltas de actividad entre los focos habituales a los que acudimos los periodistas que muchas veces llegan a portada historias que uno se pregunta si de verdad son relevantes. Pero entonces aparece Google y decide ayudar al sector aportando una de las noticias tecnológicas del año: la compañía ha decidido cambiar de nombre y convertirse en Alphabet.
Ahora que ha pasado ya casi una semana desde el anuncio y que vamos teniendo claro que no se trataba de una broma (lo creyó mucha gente en un principio), analizar qué significa exactamente el cambio y, sobre todo, a qué se debe, es poco a poco más sencillo. Lo que todo el mundo entendía como Google, al fin y al cabo, seguirá siendo Google, aunque sea como división dentro de Alphabet. Son los otros proyectos, que en la compañía llaman moonshots, las locuras de investigación, los que salen de la marca y se convierten en divisiones al mismo nivel que la del buscador.
¿Por qué el cambio? Estas son las 5 razones:
1. La “transparencia” y el guiño a Wall Street. Una de las principales causas para el cambio de marca parece estar en Wall Street: Google lleva años intentando convencer a los inversores de que su negocio publicitario principal puede mantener sin problemas a todos esos proyectos de investigación que no se sabe si llegarán a algo. A los inversores, de todas formas, no les gusta demasiado que Google tenga todas esas ramas oscuras que cuestan mucho dinero. Con la reestructuración, Alphabet intentará dar más transparencia, dejar la gallina de los huevos de oro (Google) intacta y con las cuentas claras, y demostrar a Wall Street que sí que pueden. De momento parece que a los inversores les gusta la idea: las acciones de Google subieron tras el anuncio.
2. Concretar Google como marca. Al principio, Google era un buscador. Luego se expandió a otras áreas relacionadas: el email, los mapas, el almacenamiento en la nube, etc. Pero en los últimos años encontrar relación entre proyectos como el de los coches autónomos o Calico, que investiga cómo alargar la vida humana, y los orígenes de Google se volvió más difícil. ¿Debería Google ser una marca para tantas cosas tan distintas o quedarse en lo que todo el mundo conoce? La compañía ha optado por esta última opción.
3. … y que no pase nada si Google deja de ser marca registrada. Hay marcas que tienen tanto éxito que se convierten en palabras de uso general… y pierden el estatus de marca registrada. Es lo que pasó con la aspirina o el celofán, y lo que hay quien cree que podría pasarle a Google. Google se usa en inglés como verbo y, si bien de momento nadie utiliza esa palabra como sinónimo de buscar en Internet (nadie googlea algo en Bing), sí que podría pasar en el futuro. Con el cambio a Alphabet, la compañía se cubre las espaldas ante una posible pérdida de la ® de marca registrada: ni la empresa ni sus proyectos se verían afectados.
4. Seguir siendo atractivos para mentes brillantes. Google no quiere ser Microsoft. La firma de Redmond fue en un momento el mejor lugar del mundo en el que trabajar, pero crecieron tanto y se volvieron tan corporativos que perdieron el estatus cool y vieron como las mejores mentes empezaban a irse para Google. ¿Y si pasara lo mismo en Mountain View y la fuga fuese hacia Facebook? Con la reestructuración, Alphabet deja claro que los proyectos de investigación, los moonshots, están al mismo nivel que el negocio publicitario alrededor de Google.
5. Larry Page no quiere ser CEO de una empresa de publicidad. Si hay algo que todo el mundo tiene claro sobre Larry Page y Sergey Brin, los cofundadores de Google y ahora CEO y presidente de Alphabet, respectivamente, es que les gusta jugar. Son visionarios que aman la investigación y ver hasta dónde pueden llegar, la parte divertida que de alguna forma se había perdido en Google, un gigante cuyo negocio principal es la publicidad. Dejándole esta parte a Sundar Pichai, Sergey Brin y, sobre todo, Larry Page se liberan y pueden dedicarse a lo que más les gusta: supervisar y soñar proyectos imposibles.
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