¡Legal, legal, legal! Fue la frase que más se escuchó en la presentación de Pixbox que corrió a cargo de Universal y Telefónica, como comentó acertadamente Copito al salir de la rueda. Pixbox es un tipo de p2p muy especial: es legal y permite descargar música y, a partir de ahora, películas. El precio de las películas irá de 9 a 17 euros. En la presentación, además del ¡legal! machacón, se distribuyó entre los asistentes una nota de prensa en papel en la que tenía un papel muy destacado (todo un folio) un resumen de un informe sobre la piratería realizado por LEK Consulting para la Motion Picture Association. La actitud de los voceadores de la legalidad es un poco confusa. Por un lado, tienden a la permisividad personal. En un alarde de ingenio, Peter Smith, presidente de Universal Pictures Internacional, dijo haber pillado in fraganti a su mujer intentando descargarse Perdidos. El propio Bill Gates admitió hace poco que había descargado vídeo de YouTube de legalidad incierta. Vamos, que ni en ti ni en mí importa, pero en los demás sí.
Y, por otro lado, su mensaje es: la piratería es mala. Es un mensaje limitado y maniqueo y están desaprovechando las ocasiones que tienen para combatirla: esto es, ofrecer algo que sea mejor. No tiene mucho sentido apelar a la cuestión moral cuando gran parte de los usuarios tiene dudas sobre la moralidad de las compañías. En todos los países del mundo salen a la luz grandes casos de corrupción empresarial, desde Enron hasta el Fórum Filatélico, se dice que algunas marcas de prestigio emplean a niños en países asiáticos, y organizaciones como la SGAE han descuidado su imagen con tal prepotencia que la gente se pregunta si realmente hacen algo por los autores. En ese contexto, ¿es tan mala la piratería? ¿Es tan mala la percepción que tiene la gente de la piratería? Pon en una balanza a la mujer de Pete descargándose un episodio de Perdidos y a la SGAE y dime, sin ir más allá, quién te despierta más simpatías.
Así pues, la estrategia que mantiene ?la piratería es mala? es un error. Si quieren que las cosas cambien, tienen que convencernos de una cosa, de que tienen algo mejor. Y, de momento, no lo tienen. El esfuerzo de Universal y Telefónica es loable: se apuntan al carro de las nueva tecnologías y combaten a la piratería en su propio terreno. Pero no nos engañemos: lo que ofrecen no es mejor. Y ellos lo saben, por eso tienen bien grabada la cantinela: ¡legal, legal, legal! Han desoído completamente las reivindicaciones de los usuarios. Las llaves para reducir el efecto nocivo de la piratería son el ajuste de precios y el valor añadido de la oferta legal. No pueden pedir 17 euros por una película que te tienes que descargar tú, con la realidad del ancho de banda español y sin contenidos extra. Es mucho mejor la política de incrementar el valor añadido de un DVD. Si hasta ahora la Universal no tenía ingresos por descargas, ¿por qué no se han lanzado con más sentido de la realidad? Unos precios razonables, digamos entre 5 y 10 euros, habrían tenido una percepción mucho más positiva por parte de la comunidad de internautas y les habría permitido meter la cabeza en el medio de una forma mucho más eficaz. Les ha faltado amplitud de miras y la gente, mal que les pese, valora más la piratería que la ratería.
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