El cosmódromo de Baikonur (actual Kazajistán) es el lugar desde donde la nave Vostok 1 abandonó la superficie de nuestro planeta con Gagarin a bordo.
Una explosión debajo de 150 toneladas de queroseno altamente explosivo y oxígeno líquido no parece una buena idea para empezar la mañana, sobre todo si estás encerrado encima de todo ello dentro de una cápsula poco más grande que una cabina telefónica, pero así empezó aquel viaje. Gagarin, antes de comenzar el viaje, charlaba por radio animadamente con el pulso a unos sorprendentes 64 latidos por minuto (sí, sesentaycuarto, sin un cien delante).
A las 6:07 de la mañana, hora local, se produce el despegue mientras se escucha “Poyekhali” (allá vamos).
A los pocos minutos Gagarin ya está en órbita y sus palabras llegan desde el espacio, a 300 kilómetros de altitud: “La Tierra es azul. Qué hermosa. Es maravilloso”. Le embarga un sentimiento común a todos los hombres y mujeres que han salido de nuestro planeta y al contemplarlo desde allí arriba han experimentado un profundo cambio en su concepción de cuán insignificantes somos como individuos, como especie, y cuán magnífico es el mundo en el que habitamos.
Poco antes de las 8 de la mañana la nave Vostok completa su órbita en torno a la Tierra y se prepara para la reentrada. Sólo había un retrocohete por cuestiones de diseño y falta de espacio y menos mal que funcionó pues en caso contrario Gagarin habría tenido que esperar 10 días (llevaba provisiones para ello) mientras el Vostok perdía su órbita y regresaba a la Tierra de manera natural. Minutos después un bólido luminoso entraba en nuestra atmósfera y tomaba tierra violentamente (aunque sin mayores consecuencias) en la localidad de Engels, cerca del río Volga, sorprendiendo a un granjero y su hija cuando le vieron acercarse caminando tranquilamente con su mono naranja y su paracaídas.
Gagarin les tranquilizó: “No temáis, soy soviético como vosotros, acabo de volver del espacio y necesito llamar por teléfono a Moscú“.
El primer cosmonauta de la Historia se convirtió en héroe legendario hasta que falleció accidentalmente durante un vuelo de prueba en 1968 con sólo 34 años. Desde donde quiera que estés, felicidades y gracias, Yuri. ─Antonio Rentero
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