6 lecciones importantes para el primer año de tu negocio
En los primeros meses de vida de una empresa se aprenden, se quiera o no, lecciones importantes sobre las prioridades, el objeto o el equipo de un negocio.
Los comienzos siempre son difíciles, ¿verdad? Todo aquel que ha emprendido un negocio lo sabe. Sacrificios, incertidumbre, apuros económicos y la recompensa a todo ese esfuerzo que no llega tan rápido como debería. Pero también es una escuela en la que aprender lecciones importantes sobre qué cosas se deben hacer y cuáles no, como estas 6 recomendaciones para el primer año de un negocio:
1. Cuestiona lo establecido. Una de las ventajas de partir de cero es que no se tienen inercias que lastren la creatividad, lo que fcilita la innovación y la creación de nuevas maneras de hacer las cosas. En primer lugar, hay que preguntarse si la forma tradicional de hacer algo es realmente la mejor manera o si simplemente se hace porque siempre se ha hecho así. Y a continuación, plantearse la posibilidad de probar formas alternativas durante un plazo razonable.
2. Deja de lado las pequeñeces. En un periodo inicial en el que muchas veces el trabajo consiste en apagar fuego tras fuego y mantener en pie la estructura del negocio, es necesario aprender a ignorar las pequeñas cuestiones para poder concentrarse en las grandes.
3. No trates de gustar a todo el mundo. A todos nos gusta ser valorados por mucha gente. Pero este afán de reconocimiento masivo no siempre es conveniente para un negocio que empieza. Al contrario, resulta preferible posicionarse en el mercado con una propuesta de valor propia, alejada de otras opciones que ya copan un sector del público objetivo, tanto en precio com en calidad.
4. A nadie le importa lo que estás vendiendo. Tu producto te parece muy importante, y probablemente lo sea, pero los potenciales compradores no se preocupan por los productos ajenos, sino por los problemas propios. En lugar de hablar de lo que vendes, es preferible referirse a sus problemas y a la ineficacia de las soluciones actuales, mostrando entonces tu empresa como una solución a esos problemas.
5. La complejidad es mala. La mayoría de los aspectos de nuestra vida son más complejos de lo necesario, y en los negocios no es diferente. Hay capas de complejidad que nosotros mismos añadimos porque es natural asumir que los problemas exigen soluciones complejas, pero muy a menudo esto no es cierto. Si nos paramos a pensar un momento, damos un paso atrás y observamos el panorama general, veremos que las soluciones más simples suelen ser las mejores.
6. Quedarse algo al margen. Cuando uno pone cuerpo y alma en algo, es fácil quedar atrapado en la trampa de hacer todo uno mismo. La forma ideal de escalar una empresa requiere incorporar siempre que se pueda a personas más competentes que uno mismo y dejarlas hacer su labor, y dejar que se ejecuten.
Vía TNW.