Ahora resulta que los flacuchos tienen más riesgos de salud que los regordetes [Veredicto: ¡pásame la pizza!]
No hablamos de estar gordo como un luchador de sumo, sino de tener un ligero sobrepeso en contraste con estar demasiado delgado para lo que sería ideal con relación a tu altura y estructura corporal (ya sabes, aquello de “no estoy gordo, es que soy de huesos grandes”).
Si bien una obesidad severa sí que comporta importantes riesgos para la salud, al parecer un ligero sobrepeso (es decir, tener unos pocos kilos de más sobre el peso ideal) no comporta excesivo riesgo y sin embargo una proporción similar pero en el otro lado de la tabla, es decir, un porcentaje similar pero no de sobrepeso sino de falta del mismo sí que eleva porcentualmente más el riesgo de sufrir no ya de sufrir una enfermedad sino incluso de fallecer.
A esta conclusión ha llegado la Universidad de California tras un estudio que ha analizado a más de 51.000 estadounidenses de distintas edades durante un período de 6 años. Lo que también ha certificado el estudio es que un severo sobrepeso sí que entraña un fuerte incremento de riesgo de muerte, pero lo llamativo ha sido esa conclusión, contraria quizá a la creencia popular de que cualquier tipo de sobrepeso es peligroso para la salud mientras que la delgadez es beneficiosa.
En concreto los participantes que en el control del índice de masa corporal presentaban un resultado inferior al ideal doblaban el riesgo de muerte mientras que los que superaban su peso ideal (insistimos, sin llegar a la obesidad) lo incrementaban tan solo en 1,26 veces.
Los resultados se han publicado en el Journal of American Board of Family Medicine y si bien no deben constituir una excusa para zampar todo lo que se nos ponga por delante sí que debe erigirse en severa advertencia para aquellos comportamientos que pueden derivar en trastornos alimenticios al revelar que un peso inferior al recomendado por estatura y estructura corporal puede resultar bastante más perjudicial para la salud que algún kilillo extra. ─[Journal of American Board of Family Medicine]