Todo el mundo sabe desde hace mucho que Google no iba a dejar pasar la oportunidad que ofrecen los wearables en general y los smartwatches en particular, pero hasta esta semana no había más que filtraciones, rumores y especulaciones. El martes, por fin, la compañía puso las cartas sobre la mesa y dejó que todo el mundo viera cuál iba a ser su estrategia. No debería sorprender que se trate de un plan de juego muy similar al ejecutado con Android.
Lo que presentó Google el martes no fue un smartwatch, sino Android Wear, una plataforma que lleva Android a los wearables. Es decir, las herramientas, el software para que otros fabricantes construyan sus relojes inteligentes u otros dispositivos “llevables” teniendo en cuenta ese sistema operativo. Como ya ocurrió con los smartphones: Google lanzó el sistema operativo, Android, para dejar que sus partners hiciesen el hardware. Su primer smartphone oficial (los Nexus) no llegó hasta más tarde.
El movimiento de Google hace que de pronto el mercado de los smartwatches y wearables empiece a perfilarse algo más, aunque está todavía en una fase muy temprana, abriendo además varias incógnitas y retos. En primer lugar, ahora el juego parece estar en el campo de los desarrolladores. El ecosistema empieza a fragmentarse (están Pebble, Tizen y Android Wear, principalmente) y los programadores tienen que decidir para qué plataforma crear sus apps. ¿Android o Samsung?
La respuesta parece ser fácil: si bien Samsung es el fabricante más popular de smartphones, lo es en gran parte gracias a Android, y está por ver si logrará repetir el éxito también en el campo de los wearables. Desarrollar para Tizen podría ser arriesgar demasiado, sobre todo teniendo Android Wear con la promesa de llegar a muchos fabricantes y usuarios distintos. Además, Samsung está entre la lista de partners compartida por Google, por lo que se espera que la firma surcoreana lance también wearables con Android Wear. Pebble, mientras tanto, parece condenado a quedar en tercer puesto.
¿Y qué pasa con Google Glass?
Otra de las preguntas que se empezó a hacer mucha gente cuando Google presentó Android Wear fue la de qué iba a pasar con Google Glass. Después de tanto tiempo y dinero invertido en el que parecía que iba a ser el primer wearable de la firma de Mountain View, la llegada de Android Wear parece el inicio de un camino paralelo. No es sorprendente, es hasta lógico, pero deja también claro que Google sabe perfectamente que sus gafas están lejos de ser un producto masivo.
Si Google tuviese que esperar a que sus gafas fuesen igual de atractivas para los usuarios que un smartwatch, entraría demasiado tarde en el mercado de los wearables. Tal y como están ahora, las Google Glass no son lo más atractivo: 1.500 dólares por un producto muy invasivo, todavía con bugs y facilidad para romperse no parece el sueño de todo usuario. Los smartwatches, con una forma mucho más familiar y un precio más asequible están más cerca de convertirse en objeto de deseo. Google Glass llegará, pero posiblemente nunca se convierta en algo tan omnipresente como los smartwatches.
El anuncio de Android Wear tuvo también otra consecuencia: muchas miradas se dirigieron hacia Apple preguntándose qué está haciendo y cuándo va a llegar el tan rumoreado iWatch. ¿Va a dejar la compañía de Cupertino que se le escape este tren? El segundo trimestre de 2014 promete una explosión de anuncios y lanzamientos de smartwatches por parte de los principales fabricantes, la mayoría usando Android Wear, y Apple debería llegar antes de que todos los usuarios tengan ya el reloj de otro en su muñeca.
Una de las pocas cosas que quedan claras tras el anuncio de Android Wear es que, por si alguien todavía lo dudaba, 2014 es el año en el que el mercado de los wearables se pone realmente serio. El pistoletazo de salida ya ha sido disparado y muchos ya han empezado a correr. El resto no deberían esperar mucho.
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