Lo más importante, al final, no fueron ni los iPads, ni los nuevos Macbook Pro, ni el Mac Pro. Ni siquiera fue Mavericks en sí. Lo más importante del evento de Apple del pasado martes fue un cambio de estrategia y de base. El hardware low-cost no acaba de llegar, no de la mano de Cupertino, pero la compañía de la manzana sí ha hecho un sacrificio en sus precios. No es el hardware, es el software. Y Microsoft (y también Google) están en su punto de mira.
¿Cuál fue el cambio exacto? Las apps de productividad de Apple, iWork, y las de “ocio”, iLife, pasan a ser gratuitas para usuarios de dispositivos de Apple, tanto en ordenador como iPhone o iPad. Y actualizar a la nueva versión de Mac OS X, Mavericks, también es gratis. La pelota está ahora en el campo de Microsoft, que todavía cobra unos 100 dólares por actualizar a Windows 8 y cuya suscripción a Office 365 cuesta otros 100 dólares al mes.
Apple se suma así a Google con este cambio de estrategia y deja a Microsoft sola en el mundo de los que cobran por apps de productividad. Y sí, tanto las aplicaciones de iWork como las de Google son más limitadas que lo que ofrece Office, pero al grueso de los usuarios no les supone una gran pérdida. Al fin y al cabo, y exceptuando los usuarios profesionales que exprimen las herramientas y conocen todos sus rincones y funcionalidades, las aplicaciones de Office son como ese mito sobre el cerebro humano: solo se utiliza un 10%.
El otro objetivo: los desarrolladores
Pero el objetivo de Apple con su cambio de estrategia con respecto al software es doble. No solo quiere atacar a uno de sus rivales, Microsoft, donde más le duele, intentando que sus apps de productividad puedan atraer a más profesionales; además, quiere animar a los usuarios a actualizar a la nueva versión de Mac OS X. Una actualización gratuita, válida para casi todos los ordenadores Mac desde 2007, hará que la mayoría se apunten a este nuevo sistema.
La comparación con Microsoft vuelve a ser, una vez más, dolorosa. Las actualizaciones a Windows 8 son más bien escasas, y la masa principal de usuarios con esta última versión se limita casi en su totalidad a los que tienen un ordenador nuevo, que venía ya con el sistema operativo instalado. En julio, como apunta Forbes, solo el 5% de usuarios tenían Windows 8. El resto se repartía de forma casi igualitaria entre Windows 7 y, todavía, Windows XP, del año 2001.
Haciendo que la masa de usuarios con Mavericks sea mayoritaria (o, por lo menos, amplia), Apple puede atraer también a más desarrolladores para que creen aplicaciones especiales para el sistema operativo. Les ofrece dos de las cosas que más les gustan: una plataforma nueva y reciente, y una audiencia amplia.
Todas las miradas están ahora en cuál será la respuesta de Microsoft. Quizá Windows tenga que pasar también a ser gratis. Pero ¿puede la compañía permitirse deshacerse de una de sus fuentes más importantes de beneficios?
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