La relación entre las operadoras móviles y las apps de mensajería instantánea es bastante complicada. Por un lado, las operadoras deben agradecer a este tipo de apps que sus tarifas y planes de datos hayan sido acogidos por la mayoría de sus clientes; por otro, las apps tipo Whatsapp o Line les están haciendo un daño muy grande, ya que los usuarios ya no envían SMS y las llamadas de voz no hacen más que reducirse también.
Esta semana dos noticias ayudaron a hacer todavía más grande y oscura la sombra que las apps de mensajería instantánea proyectan sobre las operadoras móviles: el lunes fue Whatsapp, cuyo CEO Jan Koum anunció en el Mobilie World Congress que la app ofrecerá a sus usuarios la posibilidad de realizar llamadas VoIP, posiblemente de forma gratuita. Con 465 millones de usuarios, la amenaza a las telecos está clara.
Pero por si lo de Whatsapp no fuese suficiente, el jueves fue su rival LINE quien hizo un anuncio similar: a las llamadas de voz entre usuarios que ya ofrecían, añadirán un servicio de llamadas VoIP a cualquier número de teléfono por un precio más bajo que el de las tarifas de voz que ofrecen normalmente las operadoras (algo similar a lo que ya ofrece Skype).
Si bien ninguna de las propuestas es del todo nueva (Skype lleva haciéndolo muchos años), que dos apps de uso masivo como son Whatsapp y LINE se apunten a la tendencia de ofrecer llamadas de voz gratuitas o más baratas hace que la amenaza para las operadoras crezca de forma considerable. Lo que está claro es que su estrategia con respecto a este tipo de apps no tardará en cambiar.
Reclamando el control de las redes
Y es que lo que más debe de dolerles a las operadoras es el hecho de que las apps de mensajería instantánea están haciendo mucho daño a su negocio… utilizando sus redes. Según Ovum, en 2013 estas aplicaciones les costaron a las telecos 32.500 millones de dólares en SMS perdidos, cifra que no hará más que aumentar en los próximos años. ¿Se quedarán de brazos cruzados las operadoras?
Todo parece indicar que no. Las estrategias son distintas: desde intentar lanzar apps de mensajería propias, para que por lo menos todo se quede en sus canales, de lo que Joyn es un claro ejemplo; hasta plantearse hacer pagar a las apps de este tipo por utilizar sus redes. Aquí, por supuesto, es necesario un acuerdo entre operadoras para evitar que la estrategia les salga al revés y, si las apps deciden no pagar y quedarse solo donde pueden estar de forma gratuita, eso no signifique una desbandada de usuarios siguiéndolas.
La versión de todas estas aplicaciones es que en realidad no dañan a las operadoras, sino más bien al contrario: animan a los usuarios que todavía seguían sin Internet móvil a cambiarse a un plan de datos, lo que en última instancia supone un beneficio. ¿No compensan las pérdidas de SMS y llamadas con lo que se gana por tarifas de datos? Quizá haya que temer una subida de precios.
Pase lo que pase, una cosa está clara: el negocio de las operadoras móviles está en un momento muy delicado en el que es necesario pensar una nueva estrategia. Las apps de mensajería instantánea están aquí para quedarse y tendrán que llevarse bien. ¿Cómo? Los próximos meses posiblemente empiecen a dar una respuesta.
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