Gracias a Der Spiegel podemos echar un vistazo en profundidad al interior de esta “fábrica de pellejos” y aprender mucho sobre la naturaleza de este material biosintético.
En ella se producen mensualmente 5.000 fragmentos de tejido del tamaño de una moneda de céntimo con un precio estimado en torno a 50 € cada uno. Aunque en las fotografías se percibe con un característico color carne en realidad es transparente aunque es susceptible de presentar diversas tonalidades marrones para poder adaptarse a los distintos tipos de piel de los receptores. El color tan “natural” del tejido procede del soporte vascular que lo irriga, nutriéndolo, denominado BioVaSc (por Biologic Vascularized Scafolding, andamiaje biológico vascularizado).
Uno de los usos que actualmente se le da a estos tejidos artificiales es el de servir para probar en ellos diversos compuestos médicos y cosméticos, observando sus efectos antes de pasar a probarlos con seres humanos. De los que (aún) no se crean en laboratorio, al estilo de la “bioimpresora” de “El quinto elemento”. ─Antonio Rentero [Der Spiegel]
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