Corría el año 1979 cuando Philips y Sony crearon el Compac Disc, aunque no fue hasta el año siguiente cuando las compañías empezaron a distribuido estos discos, más pequeños que los tradicionales discos de pizarra que prometían mayor calidad. La crisis económica de aquel entonces no permitió su éxito y ambas compañía decidieron acercarse a un mercado mucho más elitista, y más consciente de la calidad que podía ofrece la nueva forma de sonido digital: los amantes de la música clásica.
Philips y Sony se repartieron la tecnología y mientras que la primera desarrolló el sistema óptico, la segunda se encargaba de la Lectura y codificación Digital. En muy poco tiempo estaba repartiendo licencias, pero se ha aceptado que fue el prestigioso director de música clásica Herbert Von Karajan quien, convencido del valor de los discos compactos, los promovió hasta su éxito.
Por el momento el uso de los Compact Disc quedaron circunscritos al mundo de la música, pero en 1984 se extendieron en el mundo de la informática, permitiendo almacenar 700MB, lo que era un paso de gigante teniendo en cuenta que los disquetes, el sistema de almacenamiento que se estaba utilizando, ofrecía 1,2MB.
Volviendo al terreno del audio digital, podríamos definirlo como la codificación digital de una onda sonora o de una señala analógica, denominada así para contraponerla a la señal digital. Como todo, la codificación del sonido ofrece ventajas e inconvenientes.
Entre sus ventajas destacar que es más fácil de transmitir, almacenar o manipular, es menos sensible a interferencias, faculita la creación de efectos espaciales y, seguramente lo más importante: con el tiempo no se degrada, y la copia múltiple no genera pérdidas de calidad. Sus detractores, que aunque pocos existen, afirman que hay una pérdida inherente de información al codificarla y que por mínimo e insignificante que resulte, siempre hay un error de cuantificación que impide que la señal digital sea exactamente igual a la analógica que la originó”.
Dejando todos estos detalles aparte no ha sido hasta hace algunos años cuando el sonido digital ha llegado a su máximo exponente: su posibilidad de compresión. Fue entonces cuando el usuario tuvo en sus manos la posibilidad de moldear el sonido con total libertad, para ajustarlo a sus necesidades. Surgieron multitud de formatos, aunque el tiempo ha convertido a MP3 en el estándar de facto.
Tal y como destacan en wikipedia, el formato MP3 fue desarrollado por Karlheinz Brandenburg, un director de tecnologias del instituo alemán Fraunhofer IIS. La primera versión del formato, que en un principios sólo era una patente de compresión de audio, se registró en 1986, pero no fue hasta julio de 1995 cuando Brandenburg usó por primera vez la extensión .mp3 para los archivos relacionados con el MP3 que guardaba en su ordenador. Un año después su instituto ingresaba en concepto de patentes 1,2 millones de euros y diez años más tarde esta cantidad ha alcanzado los 26,1 millones.
Lo que permitió a MP3 convertirse en el Rey de los estándares fue la posibildiad que ofrecía al usuario de ajustar la calidad de la compresión, proporcional al tamaño por segundo, más conocido como bitrate, y por tanto el tamaño final del archivo, que podía llegar a ocupar 12 e incluso 15 veces menos que el archivo original sin comprimir.
Pero sin ninguna duda fue Internet quién popularizó este formato al hacer posible el intercambio de ficheros musicales. Tras el desarrollo de reproductores autónomos, portátiles o integrados en cadenas musicales (estéreos), el formato MP3 llega más allá del mundo de la informática. A principios de 2002 surgen otros formatos de audio comprimido, como Windfows Media Audio u Ogg Vorbis, pero ningo ha sido capaz de quitarle a MP3 el liderzgo a pesar de que conviven con él.
Los archivos de audio digital pueden dividirse en dos tipos, PMC y comprimidos. Los primeros contienen toda la información que se creó a partir de la codificación de analógico a digital, sin omisión ninguna, y son, por lo tanto, los que mejor calidad ofrecen. Dentro de esta categoría pueden nombrarse diferentes formatos, como WAV, AIFF, SU, AU y RAW. Los formatos comprimidos son los que, en un intento de reducir su tamaño, han sufrido alguna pérdida de calidad. Como hemos dicho anteriormente MP3 se ha convertido en el estándar de facto, aunque AAC u Ogg Vorbis son otras opciones.
Llegados a este puntos deberíamos entrar en el terreno de los formatos propietarios para destacar que la mayoría de los formatos comprimidos lo son, es decir controlados por una empresa que cobra licencias por ciertos usos de las tecnologías y protegidos por patentes de software. Windows Media Audio (WMA), MP3, AAC o AC3 lo son. La gran excepción es Ogg Vorbis, un formato de audio de código abierto, con excelente calidad, buena tasa de compresión, soporte para ser escuchado en múltiples plataformas, y muchos programas gratis para crear, editar y escuchar estos archivos. Por eso es una gran incógnita el por qué este formato no ha tenido una mayor repercusión.
Curiosamente AAC (Advanced Audio Coding), un codec de audio desarrollado originalmente por los Dolby Laboratories que produce ficheros de tamaño similar a los de MP3 pero con una calidad mejor, se ha convertido, por error, en el Apple Audio Codec. Esto no es correcto ya que la versión de Apple es una versión protegida (encriptada) de AAC para imponer el DRM a sus clientes de iTunes.
Sony intentó también crear un formato que sólo sirviera para sus walkman, pero ATRAC no cuajó entre otras cosas, porque MP3 estaba tan extendido que los usuarios no querían reproductores que no lo aceptara. En 2007 ya ser anunció que el modelo Sony B100 sería el primero de la compañía en no contar con la capacidad para reproducir ficheros ATRAC, pasando a aceptar los formatos MP3, WMA y AAC.
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