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Blockchain y fintech, la revolución pendiente

En el principio estaba el Bitcoin. La primera criptomoneda surgía en 2009 como forma de pago electrónica directamente entre usuarios. Una moneda virtual que se genera en la red, de forma colectiva y, sobre todo, descentralizada, sin necesidad de autoridades bancarias o regulatorias que gestionen su uso o tasen su valor. Los bitcoins se crean de forma digital, como recompensa a personas o programas que se dedican a resolver complicados problemas matemáticos. Es la minería de bitcoins. Y en el mundo digital permanecen, ya que no tiene versión papel: se transfieren electrónicamente, casi de forma instantánea, y se usan para este tipo de operaciones.

Así explicado suena a ciencia ficción, sí. Pero en el primer momento de fervor hizo soñar con un escenario en que las divisas tradicionales quedarían desfasadas por este complicado sistema. Ese momento pasó. O, mejor dicho, todavía estamos aguardando a que el Bitcoin y sus sucesoras se impongan: la Universidad de Cambridge estima que en 2017 habrá entre 2,9 y 5,8 millones de usuarios activos de monederos de criptomonedas. Esto es entre un 0,03 y un 0,07% de la población mundial. Ni siquiera el 1%. Aunque, eso sí, su incremento es destacable, de los entre 0,3 y 1,3 millones de monederos que calculaban en 2013.

El blockchain, la revelación tras las monedas digitales

A la espera de si este tipo de pago consigue imponerse como una opción mayoritaria, o al menos destacable, su desarrollo ha traído otra herramienta que hasta ahora había pasado más o menos desapercibida y que en los últimos dos años le está robando el protagonismo a las criptomonedas: el blockchain.

Simplificando, la cadena de bloques es la tecnología en la que están basadas Bitcoin y otras criptomonedas como Ethereum. Para la versión extendida hay que remontarse al concepto de minería. Son los mineros los que se encargan de confirmar cada transacción u operación con criptomonedas. De este modo, van creando un libro digital que se comparte de forma automática entre todos los miembros de la red. Cada elemento, cada página de ese libro, cada nuevo eslabón de esa cadena de bloques, incluye la línea nueva y toda la información anterior: como si en los “en capítulos anteriores” de las series, en vez de un resumen te pusieran toda la serie.

En el momento en que se concluye y se valida cada página de ese libro o eslabón, se asegura de tal modo que no se puede manipular sin poner de acuerdo a todos los participantes. Estos son, básicamente, todos los nodos o centros que hayan registrado operaciones, lo que hace virtualmente imposible ponerlos de acuerdo y cambiar algo. No hay una entidad central que lo vigile o supervise, sino que es precisamente esta estructura descentralizada la garante del mecanismo. Todo esto, por supuesto, aunque suene largo y espeso, se produce a gran velocidad.

La importancia del blockchain radica en que, más allá de transacciones con criptomonedas, se puede registrar cualquier información en una cadena de bloques. Y aquí entra el fintech. Con su potencial renovador, el sector emergente financiero ha tomado la tecnología y le está dando forma para distintas funcionalidades: desde un primer uso, casi intuitivo, para el intercambio de dinero entre wallets, transferencias o comercio, a otras muchas aplicaciones. ¿Supondrá el blockchain la revolución para el sector financiero, empezando por las fintech, que todavía no ha sido el bitcoin?

Las aportaciones del blockchain al escenario fintech

Es lógico que las firmas que desarrollan soluciones encaminadas al blockchain canten sus alabanzas, pero también las que todavía no lo han incorporado le reconocen ventajas. La española TransferZero, que se define como “la primera fintech de envío de dinero en España 100% digital tanto para particulares como para empresas”, no trabaja directamente con blockchain, pero sí está en su roadmap, asegura su CTO Fran López. “Como muchas otras fintech estamos evaluando la opción de utilizar blockchain para simplificar procesos, integrarnos con otros medios y sobre todo dar una visión de confianza y seguridad total a los usuarios”.

López destaca tres beneficios del uso del blockchain: transparencia, seguridad y su empleo como herramienta de auditoría. Con esta última se hace frente, explica, a uno de los mayores quebraderos de cabeza de las fintech, “el sistema de cumplimiento y el número de auditorías que tenemos que llevar a cabo por entidades oficiales”. El blockchain posibilitaría “tener una auditoría que sea no solo flexible sino también pública”, coordinándose con organismos oficiales, que en su caso sería el Banco de España, para que puedan contrastar directamente la documentación necesaria.

Philippe Gelis, CEO de Kantox, minimiza la actual tendencia a destacar su papel revolucionario. Aunque reconoce su carácter innovador, Gelis defiende que “blockchain no es la única tecnología que permite este tipo de cosas”. “No es que el blockchain permita cosas extraordinarias, pero como lo comparas con sistemas donde no se ha invertido en décadas, parece genial”.

En Kantox, que trabajan con soluciones de gestión de divisas y del riesgo de cambio, no utilizan este tipo de tecnología, aunque no descartan emplearla en un futuro si sus usuarios lo demandan. “¿Sabes cuántos clientes de los 2.000 que tenemos nos han pedido información acerca de blockchain? Uno. Si en dos años el blockchain se convierte en algo, digamos, mainstream, que mucha gente del mercado empieza a usar, lo usaremos. Pero no vemos valor en ser pionero en eso, dado nuestro negocio”.

Caso contrario de IBM, una de las grandes techs completamente comprometidas con el trabajo en el sector. Olga Blanco, Líder de Blockchain de IBM España, Portugal, Grecia e Israel, explica que la compañía “vio las ventajas que podía aportar esta tecnología”. Entre ellas cita rapidez, reducción de fraude y errores, mejora de la gestión del proceso, reducción de coste y la seguridad. “Crucial”, dice, sobre este último elemento.

Blockchain público, blockchain no tan público

Haciendo un paralelismo de blockchain con internet, y son varios los que se pueden hacer entre las dos tecnologías, usar internet para montar una web es gratis. No lo son los costes añadidos: registrar el dominio, comprar una plantilla, pagar un diseño o, si queremos, cobrar por el acceso a parte de nuestro portal. El blockchain como tal también puede ser gratis o a un mínimo coste, empleando cadenas de bloques de criptomonedas. Pero está en una fase muy inicial de su desarrollo y, precisamente, gran parte de las discusiones entre los agentes implicados concierne al grado de privatización o de monetización al que se puede llevar esta herramienta.

Circle, una de las empresas que mejor ejemplifican la evolución del blockchain, aboga por la apertura. Vinculada desde su fundación al bitcoin, en diciembre del pasado año abandonaban la compraventa directa de esta criptomoneda a través de su plataforma para centrarse en los pagos instantáneos P2P y en el desarrollo de redes de blockchain abiertas.

Como Spark, un protocolo interno que, explica la directora de Circle para Europa, Marieke Flament, está basado en el blockchain de Ethereum. “De momento es interno, pero lo estamos haciendo open source para que la gente de fuera lo pueda utilizar”, por ejemplo para “facilitar el enviar y recibir dinero” entre monederos e incluso cambiando de divisas. Flament enfatiza que desde el fintech sí que hay aplicaciones y agentes que están “intentando hacer más o menos una red abierta”, lo que para ellos es uno de sus puntos importantes, ya que “hay una necesidad de crear el ecosistema”.

En este sentido es interesante la aparición de consorcios y alianzas destinadas a investigar y proponer redes colaborativas de desarrollo o uso de blockchain. Asociaciones que además suelen reunir a actores tan dispares de la escena financiera como fintechs y entidades bancarias tradicionales. Es el caso de Red Lyra, una plataforma española creada este mismo año con la participación de BME, Banco Sabadell, BBVA, Correos, Garrigues o Momopocket, entre otros.

Su director, Álex Puig, explica que “todo nace de la necesidad de los clientes”, del requerimiento de dar solución a tres problemas que se les planteaban a la hora de hacer proyectos con blockchain: la escalibilidad, el precio y la regulación.

“Lo que se ocurrió es juntar a mucha gente, a muchas grandes empresas”, que son los socios de la Red, “y decirles: ‘¿Por qué no simulamos una red pública pero con todas las ventajas de una red privada?’. Nos juntamos todos, montamos nodos cada uno de nosotros.” De este modo, “tenemos más transacciones, es más rápido”. Esto facilita “un blockchain semipúblico”, explica, “donde la gente podrá desarrollar sus aplicaciones”. Puig incide en la legalidad, ya que “en lugar de basarnos primero en tecnología”, lo que hacen es “mirar la regulación vigente, y ver qué tecnología se adapta a esa regulación”.

¿Cómo encaja esto en un entorno abierto? “Tuvimos que llegar al consenso de que la plataforma en sí no podía tener un modelo de negocio. Es decir, la red en sí no puede ganar dinero, ni puede hacer dinero de ninguna manera”. Es un ecosistema “completamente abierto y non profit”, explica Puig.

Más antiguo es Hyperledger, un consorcio formado en 2005 por Linux Foundation al que ya pertenecen alrededor de 130 miembros. Hyperledger nace con la vocación de “desarrollar proyectos de código abierto en torno a la tecnología blockchain”. Entre estos proyectos está Hyperledger Fabric, la red blockchain corporativa utilizada por uno de los socios del consorcio, IBM, para la implementación de soluciones de negocios con sus clientes. Olga Blanco cita como una de las ventajas de Hyperledger el hecho de que hay una “gestión de la identidad”, esto es, se sabe quién está detrás de la acción en todo momento.

Blockchain y gestión de la identidad

Puig profundiza sobre este uso del blockchain, hacia el que enfocan los miembros de Red Lyra sus esfuerzos. El consorcio trabaja en crear entre todos un único servicio de identidad digital, para que luego cada uno cree sus aplicaciones propias sobre este servicio y, de esta manera, no entrar en conflicto entre los participantes en la Red. Puig, que fecha el lanzamiento para el 14 de septiembre, explica que “la identidad dentro de blockchain, o de la Red Lyra, no va de quién eres, de tu nombre, sino de lo que yo tengo permiso para hacer”. “Irá basado en reputación y en certificados y atributos”, arguye.

Es, en esencia, un yo electrónico, una presencia online verificada por notarios u organismos como Correos, también en su Red, que permitirá facilitar a individuos, empresas, organizaciones e incluso objetos, dice Puig, los trámites en un mundo digital. ¿Qué tipo de trámites? Innumerables, aún por explorar.

“Tu identidad la podrías poner en el blockchain y decidir lo que dar a ese servicio”, incide Marieke Flament, “solo para un tiempo determinado”. La responsable de Circle para Europa se atreve a imaginar un mundo en que todo funciona por blockchain, en el que no harían falta pasaportes porque la identidad se podría probar vinculando a la cadena de bloques un elemento de identificación biométrica. O, de la misma manera, se accedería a una habitación de hotel sin necesidad de pasar por el mostrador, porque en el blockchain figura que se ha pagado por ese cuarto. “A largo plazo, creo que el blockchain y los protocolos de las aplicaciones van a seguir creciendo y no van a tocar solo finanzas”, recapacita.

Nuevas posibilidades para startups y pymes

En síntesis, se puede hablar de tres tendencias en el sector fintech respecto a blockchain: las que trabajan en él, desarrollando apps o herramientas con esta tecnología; las que trabajan sobre blockchain, que utilizan o tienen previsto utilizar blockchain; y las que no la emplean. Siendo como es el fintech un entorno startup, es interesante saber cómo puede ser de utilidad esta nueva tecnología para los emprendedores, especialmente para aquellos que cuentan con equipos de menor tamaño.

Más allá de la transparencia y la seguridad Fran López, de TransferZero, defiende las ventajas económicas del blockchain en la reducción de costes de gestoría. “Utilizando alguna aplicación conectada para que Hacienda o la Seguridad Social puedan auditar lo que estás haciendo de manera transparente, el ahorro es muchísimo mayor. Y no solo por la parte del autónomo, sino por la parte de Seguridad Social y Hacienda”.

Para Olga Blanco, quien defiende la visión de IBM de que vamos hacia un modelo de ecosistema o de consorcio, el blockchain posibilita “soluciones más rápidas, eficaces y por ello también más asequibles”, hablando de casos de “compartición de costes” que facilitan que las pymes se unan, desarrollando proyectos que sería difícil sacar delante de forma individual.

La parte negativa del blockchain

Llama la atención, al buscar información sobre esta tecnología, que todo parecen ventajas. Olga Blanco lo matiza. “No creo que tenga una parte negativa. Te puedo decir la parte complicada”, explica, centrándose en el trabajo en grupo. “Tienes que poner en un consorcio a empresas, muchas veces competencia, de acuerdo”. Apunta que “es fundamental desde el primer momento crear el caso de uso conjuntamente con todas ellas. Si todos los miembros de un consorcio están de acuerdo en que tienen que trabajar de manera conjunta, porque si no se ponen de acuerdo va a ser peor para ellos, es fácil”.

Para el responsable tecnológico de TransferZero, Fran López, uno de sus puntos fuertes es también su punto débil: el estar distribuida, ya que para que el contenido que se quiere transmitir sea válido y seguro, tiene que haberse validado dentro de la red; y cuantos más nodos, más seguro. “Eso acabará alguien monetizándolo y convirtiendo una red distribuida en red de consumo”. López defiende la necesidad de un marco regulador, aunque sea básico. “Siempre hay que tener una mínima normativa, unos protocolos de cómo tenemos que conectarnos entre nosotros”, lo que para el CTO de TransferZero implica conocer la tecnología a fondo. Al estar en un momento todavía de evolución, López opina que no se verá un estándar hasta dentro de “mínimo dos o tres años”.

Blockchain, fintech y agentes financieros tradicionales

Aunque el terreno natural de desarrollo de aplicaciones de blockchain parezca el fintech, los actores tradicionales también están implicados, y a muchos niveles. Firmas como BBVA, Santander o Banco Sabadell tienen en nuestro país equipos centrados en investigar y crear proyectos de trabajo conjuntos en esta tecnología, más allá de colaborar en Red Lyra.

Un panorama que refuerza ese modelo del que habla la responsable de blockchain de IBM España, Portugal, Grecia e Israel, Olga Blanco, al referirse a que vamos hacia una “economía de ecosistema, donde grandes y pequeños tienen que coexistir”. En este ecosistema, el blockchain permite a las fintech aportar su valor diferencial, “el valor de la parte del proceso donde son especialistas. Han encontrado una manera de optimización, donde pueden ayudar al grande. En determinadas cosas incluso puede ser al revés: se colocan mejor y será el grande el que lo necesite”.

Marieke Flament, directora de Circle para Europa, amplía esto. “Hay que encontrar cómo trabajar juntos, porque hay cosas que las fintech van a ser capaz de desarrollar más rápidamente, de manera más innovadora. Y hay cosas que los bancos van a ser capaces de hacer, porque tienen las licencias que se necesitan, tienen el dinero que se necesita para desarrollar productos.” Flament lo resume en que “hay tantas cosas que cambiar que al final el ecosistema tiene espacio para todos”.

¿Y no puede posibilitar el blockchain un escenario en el que el pez pequeño, las fintech, se coma al grande? Para Fran López, las entidades tradicionales tampoco pierden de vista un posible cambio de paradigma, en el que no se necesiten bancos para gestionar el dinero. Un punto que justifica, para el CTO de TransferZero, que “a nivel internacional, todas las grandes entidades de pago y bancos internacionales están moviéndose para intentar integrar blockchain”.

¿Estamos ante el nuevo internet?

Abierto y descentralizado; transparente, seguro, confiable; con un sinfín de posibilidades y potencial de desarrollo, desde el fintech y más allá del fintech. Volviendo al paralelismo con internet, es fácil pensar que el blockchain puede tener el potencial revolucionario que en su día trajo la red. Pero Fran López es tajante. “Es demasiado pronto, sobre todo a nivel tecnológico”, dice. “Hay mucha burocracia de por medio, mucha legislación, mucha gente, que van a decidir sobre esa tecnología. Dependerá de quién se posicione y en qué lado de la balanza”. Para López, “aunque los tecnólogos tenemos mucha esperanza en que esto funcione y se convierta en un estándar, es un camino abierto”.

Olga Blanco, de IBM, lo entiende más bien como un cambio en el modelo de organización. “No es que hayamos inventado algo nuevo, sino que hemos inventado una nueva forma de hacer las cosas. De ahí viene la disrupción”. Una nueva forma que implica un cambio de mentalidad. “Antes la empresa pensaba en sí mismo. Ahora hay que cambiar la manera de pensar: tengo que pensar conmigo, con mis proveedores, con mi competencia”.

El CEO de Kantox, Philippe Gelis, es más escéptico. “Yo creo que, en sí, hay expectativas muy exageradas sobre la tecnología blockchain”, aludiendo a que “ya hace varios años que hablamos del tema y no hemos visto nada relevante”. Gelis prevé que “al final se realizará el 5-10% de lo que la gente espera”.

“Fuera de España, yo te diría que sí. Hay muchos sitios donde está habiendo una revolución increíble”, apunta Álex Puig, director de Red Lyra, quien no obstante advierte que “hay un poco de hype y me gustaría que la gente fuera un poco más prudente, pero creo que la revolución sí está aquí. Sí que creo que tardaremos quizás aún un par de años en ver más cosas”, apunta. “En uno o dos años, gran parte de la economía mundial irá sobre blockchain”.

Marieke Flament, directora de Circle para Europa, es mucho más abierta a la idea del blockchain como revolución. “Si me preguntas eso hace un año, igual todavía no habíamos visto sus aplicaciones reales. Pero hoy en día hay tantas aplicaciones reales que sí está pasando”, razona. “Hay tantas aplicaciones que pueden completamente cambiar cómo interactuamos que algo va a pasar. Pero todavía sigue siendo el inicio de esa revolución”.

María Ramos

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