Una tecnología abierta
Fue a finales de 1997 cuando Jorn Barger acuñó el término weblog. Eran las páginas en las que se indicaban enlaces de la web (logging the web) que les parecían interesantes a los internautas. De entonces a esta parte los blogs han dado un salto cualitativo como formato de comunicación.
Un blog se caracterizaba, en principio, por ser un espacio personal, actualizado y participativo. Y, sobre todo, era un espacio de discusión, como indica Loïc Le Meur : ?Los medios tradicionales envían mensajes, los blogs inician las discusiones?. Se han puesto de moda porque facilitan la libertad de expresión personal que la mayoría considera inherente a Internet.
Sin embargo, lo que subyace por debajo no es más que una tecnología de publicación, apta para la transmisión de cualquier mensaje. Algunas de las webs de VNU se basan en esta tecnología ( The Inquirer ) y no se pueden considerar ni se consideran blogs. Lo mismo se puede decir de la posibilidad de establecer intranets corporativas para el intercambio de información interna. En cualquier caso, la comunidad blogger tiende a identificar la tecnología con el espacio personal de comunicación. Pero echemos un vistazo a la situación actual.
Decía José Luis Orihuela, profesor de Comunicación de la Universidad de Navarra y blogger, que en el mundo hay ya 48 millones de blogs y que se duplican cada seis meses. Es una afirmación fácil para el pasado pero incierta para el futuro, pues nos remite al imposible de los granos de arroz en el tablero de ajedrez. No es la única cifra que se maneja: Technorati habla de 37 millones de blogs comprobados por elos, blogherald llega hasta 70 millones. En España, el número de blogs asciende a 175.000, según los datos del profesor Orihuela.
Uno de los problemas para poder hacer censos de este género es la dificultad para filtrar elementos discordantes como los splogs (spam blogs), pese a que se pueden denunciar en páginas como Splogreporter. En cualquier caso, sus dimensiones son un reflejo de su impacto en la cultura de Internet. Resultan curiosas las estadísticas incluidas por Perseus, con un interesante perfil de bloggers.
¿Cuál es el impacto real de los blogs?
Establecida ya la diferenciación entre la tecnolgía en sí, que de hecho puede servir con cualquier fin, y lo blogs más extendidos, es decir, los cuadernos de bitácora personales, merece la pena que nos detengamos en estos últimos. La calidad del material que se puede encontrar en estos blogs es discutible, aunque hay una cuestión previa: ¿se puede hablar de calidad cuando no se trata más que de espacios personales en los que uno habla de lo que le apetece y otros lo comentan si les apetece? Son charlas de salón que se terminan cuando uno sale del salón. Al menos, en teoría. En la práctica, trascienden esos límites imaginarios y tienen un eco real en Internet. Y entonces sí, entonces merece la pena examinarlos con más atención.
Para empezar, hay un buen número de ellos que, volviendo a la metáfora del cuaderno de bitácora, han sido abandonados como un barco a la deriva. Terra, por ejemplo, tiene la delicadeza de apagar los inactivos después de cierto tiempo, como muchos portales que ofrecen el servicio. A pesar de ello, siguen siendo legión los blogs muertos: según Technorati, un 45% de los blogs deja de actualizarse después de tres meses. En realidad, puesto que son espacios personales, es lógico que la gente se canse o pase por períodos de inactividad. Aunque es algo que rompe la filosofía del blogger y llena la web de material caduco. A lo que hay que añadir el antes mencionado problema de los splogs.
Entre los blogs activos prima a menudo el deseo de polemizar que el de expresar opiniones fundadas. Veamos un ejemplo. El lunes, apareció en itespresso.es un editorial crítico con la oferta de blogs actual. La reacción de los bloggers fue inmediata. Algunos se emplearon a fondo, como Mangas verdes, Abladia o Ricardo Galli. Menéame se hizo eco también y los comentarios pasaban de una defensa escueta a un ataque furibundo contra la línea editorial de itespresso.es (aparte de confundirla con la globalidad de VNU, que tiene muchas otras líneas editoriales). Lo curioso es que la propia itespresso.es había apoyado el &ldquomovimiento blogger&rdquo en más de una ocasión en el último mes, sin que esos artículos tuvieran una especial repercusión en la comunidad.
Todo esto es una manifestación de dos cosas: por un lado, prima el gusto por la discusión: meterse con alguien es el camino más rápido para llegar a él, como diría Materazzi. Por otro lado, realmente existe una comunidad blogger que, al margen de la seriedad de los contenidos, se mantiene en comunicación constante. Por ese motivo sintieron el editorial como un ataque a su comunidad y decidieron que la respuesta tenía que ser fulminante, en lugar de pararse a pensar un momento en lo que se decía.
Toda esta maraña, en cualquier caso, ha propiciado una nueva figura, en un intento de proporcionar cierto criterio. Es el caso de Menéame, ya mencionado, y Barrapunto, dos páginas de amplia repercusión entre los internautas de habla hispana. Los usuarios registrados pueden introducir las noticias que les parecen interesantes, con algún pequeño comentario. En la primera, los propios usuarios las votan. En la segunda, hay que pasar el filtro de un editor.
Las empresas, por su parte, se han dado cuenta muy pronto de su potencial. Las más importantes compañías tecnológicas han empezado a introducir weblogs corporativos (por ejemplo, Symantec o Microsoft. Estos blogs tienden a venderse como espacios de libertad de pensamiento individual, lo que dada su ubicación es posible albergar dudas de conflicto de intereses. ¿Tienen realmente libertad esos bloggers o están sujetos, en un momento u otro, a presiones por parte de sus compañías? El tiempo lo dirá aunque, por el momento, parece que va ganando la independencia (como muestra, este blog crítico del desarrollador de Microsoft Philip Su). En cualquier caso, para evitar polémicas bastaría con reconocer el blog de una empresa como su espacio de comunicación corporativo, no personal.
El de los blogs es un fenómeno fascinante, como muchos de los que han surgido en Internet. Su papel decisivo en momentos como la reciente Guerra de Irak, en la que los grandes medios de comunicación parecían amordazados y los blogs servían de vía de escape, les ha dado cierto prestigio. Al mismo tiempo, esa idea del blogger como periodista-ciudadano ha escandalizado a más de uno. Todavía hay que recorrer un largo camino. A los blogs hay que quitarles importancia y, al mismo tiempo, reconocerles la relevancia que tienen. Que pueda escribir cualquiera tiene la conclusión lógica de que se puede escribir cualquier cosa. Esto no es necesariamente bueno pero, al menos, cumple una función antropológica: nos brinda la oportunidad de saber un poco más cómo somos.
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