La fabricación del caramelo de kryptonita no es muy complicada. Todo lo que necesitas son unas pastillas de vitamina B2, azúcar, agua, aceite de menta, y colorante verde de alimentos.
Lamentablemente la mayoría de las sustancias fosforescentes, aunque no tóxicas, no están clasificadas como “producto alimenticio”, y otras que sí lo son como la quinina (que encontramos en dosis muy pequeñas en el agua tónica por ejemplo) no casan bien con el caramelo por su sabor amargo.
La solución que ha encontrado BrittLiv, la ideóloga de este plan malévolo para acabar con el superhéroe de los calzones rojos, es la riboflavina, más conocida como vitamina B2 o aditivo E101. Se puede encontrar en la mayoría de las píldoras de vitaminas, no es tóxica, y lo mejor de todo: aunque en forma sólida es de color amarillo-anaranjado intenso, en solución acuosa muestra una fluorescencia amarillo-verdosa muy intensa.
En realidad la parte más complicada es que tendrás que cocinarlos con la menor luz posible. ¿Y eso por qué razón?
El único inconveniente de los caramelos de kryptonita es que no brillaran para siempre, pues la exposición a la luz va degradando la riboflavina y acaba por destruirla. Así pues se nos aconseja prepararlos en la mayor oscuridad que nos permita nuestra cocina (siempre con seguridad) y así podremos servirlos después en su mejor versión ultra-fosforescente. – dani olego [Technabob]
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