Y es que las mesas de Chevillotte son una maravilla que permiten, gracias a un sistema mecanizado, que la superficie del billar suba para ponerse al nivel del resto de la mesa y luego con 3 paneles se proteja ofreciendo, o bien una superficie lisa como mesa de trabajo, o bien una de fieltro para poder jugar a las cartas o lo que queramos.
Este mecanismo permite que la mesa tenga una altura mínima de poco más de 10 centímetros (sin contar las patas, claro) y que incluso los conductos por donde las bolas se recogen puedan plegarse.
Es más, hasta el mecanismo tiene la opción de que sea manual con una manivela o motorizado y las mesas pueden personalizarse hasta la saciedad. ¿Que más se puede pedir? Pues probablemente que no cuesten tanto, ya que sus precios rondan entre los 14.000 y los 20.000 euros.
Una idea genial, pero claro con ese precio probablemente quien se lo pueda permitir no tenga una casa donde el espacio sea un problema y donde hasta los cuartos de baño tengan sitio para poner arpas tocadas por aristócratas de la comida rápida a la parrilla.— Dani Burón [Chevillotte]
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