Para el estudio se emplearon ejemplares jóvenes de rata ya que sus sistema nervioso es muy parecido al de los humanos.
Distintos grupos fueron expuestos a períodos de varias horas de ruidos con distintas intensidades y se comprobó que después de dos horas se podían apreciar daños celulares en el cerebro. Imagina estar toda la noche en la disco. El perjuicio se concentraba en la zona del hipocampo, región asociada a la memoria y los procesos de aprendizaje.
La conclusión es que en niños esta exposición temprana a volúmenes elevados de ruido o música, especialmente si es con auriculares, puede producir los mismos efectos.
Ya se sabía que los ruidos elevados podían producir alteraciones en el propio sistema auditivo, así como daños cardiovasculares o endocrinos, pero ha sido la primera vez que se ha comprobado su efecto en forma de cambios morfológicos en el cerebro. Sería exagerado pero muy gráfico decir que la música alta te hace papilla los sesos. Los déficits en la memoria y en la atención podrían llegar a largo plazo tras exposiciones en las etapas de desarrollo, niñez y juventud.
Un resultado curioso de este estudio fue que resultaba más dañina la exposición ocasional a un fuerte sonido que si la misma se produce de forma reiterada. Debido a la plasticidad neuronal los grupos de ratas que eran expuestos a sonidos fuertes durante períodos de tiempo reiterados (una vez al día durante dos semanas) no mostraban al cabo del tiempo los mismos síntomas evidentes de daño que los integrantes de otro grupo que fueron expuestos a una única sesión. Vamos, que si te llevan de pequeño una vez a la disco o a un concierto de rock duro más vale que repitas durante varios días.
Con todo, el experimento se realizó exponiendo a las ratas a ruido blanco, un compendio de distintas frecuencias sonoras de amplio espectro que suena de manera similar a un televisor mal sintonizado. En el caso de los seres humanos, niños y no tan niños empleamos los auriculares para escuchar música o películas con lo que la selección de frecuencias no es tan amplia y aún se desconoce el efecto que podría tener.
Ahora el próximo objetivo de este grupo de científicos bonaerenses será determinar el mecanismo molecular por el que el sonido llega a afectar físicamente al hipocampo, que puede deberse a las vibraciones o a la activación de determinados neurotransmisores. ─[BBC]
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