Primero llegó la idea y, poco después, el nombre. Puede que tardases más o menos en ese proceso, que tuvieses claro desde el principio cómo se iba a llamar tu startup o que costase mucho encontrar esa marca, pero al final hubo una ganadora y el proyecto arrancó con un nombre y una imagen determinadas. Ahora, no obstante, esa marca ha dejado de sonarte tan bien, el logo ya no te gusta, o crees que los problemas de tu startup se deben en parte a una nombre mal elegido.
Y, de forma inevitable, te estás planteando un cambio. Iniciar un proceso de rebranding que acabe poniéndole a tu startup o producto un nombre distinto, algo que transmita cosas diferentes, una imagen nueva. Realizar un rebranding, no obstante, no es tan fácil, y es necesario estar seguro de que es verdad necesario. Arriesgas perder a los clientes potenciales que ya tienen (esos que ya te conocen), perder confianza, confundir a la gente… ¿cómo saber si tu startup necesita un rebranding?
1. ¿Es todo culpa de la marca? Esta es quizá la pregunta más importante que debes hacerte antes de iniciar el proceso de rebranding: ¿son los problemas de tu startup culpa de la marca? Haz un estudio detallado y profundo y, antes de optar por cambiar de marca, que debería ser la última opción, prueba a cambiar otras cosas que podrían estar haciendo que las cosas vayan mal. Detectar la causa del problema es clave para solucionarlo.
2. Marcas similares más conocidas (¡o iguales!). Hay un caso en el que no hay escapatoria: si resulta que hay alguna otra compañía que tiene tu misma marca, y además la ha registrado, no te queda otra que cambiar. Después hay otros casos: quizá haya marcas conocidas similares a la tuya, algo que puede confundir a muchos clientes. Si esto está pasando, plantéate el rebranding. Y esta vez haz un estudio para asegurarte de que no te pase lo mismo.
3. Transmite una idea errónea. Otro de esos problemas que pueden causar las marcas y que no se ven hasta que se está en funcionamiento: se transmite una idea que no tiene nada que ver con la startup. Dar la sensación de que es para otro tipo de consumidor, de que hace algo totalmente distinto o, lo peor, tener nombre de estafa o spam (algo terrible en la era de los emails), todo esto puede dañar mucho a tu startup.
4. La startup también va a cambiar. Otra de las razones por las que puedes estar planteándote un rebranding es porque lo que va a dar un giro es la empresa. Muchas veces reorientar o cambiar de negocio y quedarse con la marca antigua puede dar lugar a confusiones, por lo que es mejor que cambien también el nombre y la imagen de la startup.
5. Ten en cuenta las consecuencias. Al final, todo es una cuestión de valorar pros y contras de ese rebranding, que tendrá siempre conescuencias. Hay que tener en cuenta el gasto extra que supondrá (desde volver a encontrar un nombre, rediseñar logo e imagen, hasta cambiar todo -folletos, tarjetas, página web, etc.- para que se ajuste a la nueva imagen), que habrá que volver a trabajar en el SEO y que, en muchos casos, habrá que volver a ganarse a los consumidores y a tener su confianza.
Dejar muy claro que se está realizando ese cambio -qué va a cambiar y qué no- es clave para minimizar la confusión entre clientes reales y potenciales, además de otros agentes como los inversores. Si optas por someter tu startup a un rebranding, no olvides lo más importante: la comunicación. Así el proceso tendrá lugar de la forma más suave posible.
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