Consejos para que tus despidos sean menos traumáticos
Despedir a alguien nunca es fácil ni agradable, pero se puede intentar que la situación sea más fluida y menos traumática para todos.
Despedir a alguien no es nunca fácil. Ya sea porque su rendimiento no es el esperado, porque ha hecho algo imperdonable o simplemente porque una revisión económica de cómo le va a la empresa te obliga a deshacerte de empleados, la situación es siempre desagradable. Y lo es para todos: para el despedido, para el encargado de tomar la decisión, para el que lo comunica y para el resto de los empleados.
¿Cómo hacer que la situación sea lo más fluida y menos traumática posible? ¿Cómo evitar que el despido tenga consecuencias desagradables inesperadas? Intentando hacer las cosas bien desde el principio, acompañando al despedido en el proceso y no dejándose llevar por temas emocionales. Estos son algunos consejos:
- Piensa bien cada despido. Los despidos deberían ser siempre el resultado de un proceso de reflexión y nunca una decisión tomada en caliente (si, por ejemplo, el empleado falla en algo o tenéis una discusión). En el caso de los empleados a los que se echa por bajo rendimiento, su despido no debería ser una sorpresa: si alguien no rinde, díselo a tiempo, pregúntale por qué cree que es y asegúrate de que entiende qué se espera de él. Si, pasado un tiempo, no mejora, no le sorprenderá ser despedido.
- Hazlo en privado y nunca solo. Los despidos son temas delicados que debes tratar en privado con el empleado en cuestión y nunca delante del resto de la plantilla. Además, es importante que quien despida nunca esté solo: no se sabe cómo va a reaccionar el empleado y es importante tener testigos que puedan decir qué pasó en caso de que la cosa llegue a juicio.
- Sé empático, pero no mientas. La persona que despide debe ser alguien con tacto, que entienda que es un momento difícil para el empleado y que se muestre empático y compasivo. Eso sí, eso no significa que haya que restarle importancia a las cosas o mentir sobre las razones del despido: si es por su bajo rendimiento, díselo de forma clara; si es porque no hay dinero para pagarle, también.
- Sé claro y breve. Vete al grano desde el principio y no le des vueltas alargando la situación: es importante que el despedido sepa desde el momento en el que se sienta en tu despacho la razón por la que está ahí. Prepara bien cómo se lo dirás y, si es necesario, ten delante la documentación que prueba que él es quien debe abandonar la compañía.
- Ten respuesta para todo. No solo debes saber decirle por qué se le despide y mostrarle datos que hacen que la decisión sea objetiva, sino también acompañarlo en los siguientes pasos: gestionar días de vacaciones pendientes, explicar a cuánto ascenderá el finiquito (y por qué) y, si el despido es por razones económicas, estar preparado para ofrecer cartas de recomendación.
- Deja que se vaya. Pocas cosas hay más desagradables que tener que quedarse 15 días más en una empresa de la que te han despedido: no solo es raro para el empleado en cuestión, sino para el resto de la plantilla. Enrarece el ambiente y afecta a la productividad. Dile al despedido que puede irse si quiere en ese mismo momento aunque siga en plantilla de forma oficial durante 15 días más. Acuerda con él un día y una hora para recoger sus cosas y listo.