¿De dónde provienen los códigos de barras?
Los primeros en darse cuenta de este problema fueron dos estudiantes de la Universidad de Drexel, que inventaron un código legible desde cualquier dirección y lo aplicaron en una tienda de alimentación, ultramarinos como aquí los conocemos, del barrio y fue todo un éxito. El sistema funcionó pero el sistema de lectura de los códigos y todo lo necesario para implantarlo era bastante engorroso. Era 1952.
En 1959 los jefes del ferrocarril estadounidense decidieron que debían descubrir un sistema de lectura muy rápida del número de serie de los vagones del tren. David Collins y Chris Kapsambelis de Sylvania inventaron Kartrak. Colocaron una luz de Xenón en las estaciones y unas tiras reflectantes en los vagones y median la anchura y la longitud de dichas tiras para leer el código. Sólo cinco años después todos los vagones de USA tenían la obligación de llevarlo pero las luces de Xenón y los operarios cualificados que exigía el sistema llevaron al olvido el sistema por sus costes.
Pero en 1967 otras empresas ya estaban detrás de sistemas similares para leer precios, datos y de forma automática mediante códigos omnidireccionales pero de nuevo los métodos de lectura eran muy liosos y cayeron en el olvido. Pero el propio Collins fue el que descubrió el sistema perfecto para leer los códigos. El láser. Y con ello lograron leer fácilmente los códigos e implantar todo el sistema de forma perfecta.
El gran empujón al invento lo dio General Motors que implantó códigos de barras en la construcción de sus coches y para identificar los diferentes tipos de motores que montan. De ahí todos los supermercados estadounidenses adoptaron la medida por la facilidad de implementarla, pegatinas y láseres baratos, y hasta la NASA lo adoptó.
Aunque ahora perece que todo va a cambiar con el RFID. Ya veremos.