Recordemos que el tomate es uno de los afortunados hallazgos que Europa recibió tras el descubrimiento del Nuevo Mundo.
La hortaliza estaba presente en Hispanoamérica cuando los conquistadores llegaron allí y la trajeron al Viejo Continente. Lo que parece haberse descubierto ahora en un reportaje de PhysOrg es que el genoma del tomate ha desvelado que su ancestro que vivía en la época de la extinción de los dinosaurios mutó su color debido a la drástica alteración de las condiciones atmosféricas derivadas del brutal impacto del famoso meteorito que cayó en las aguas del actual Golfo de México.
Además el tatarabuelo de nuestros actuales tomates triplicaban el tamaño de los actuales (ya no se hacen tomates como antes). Con el fin de incrementar las oportunidades de supervivencia, el tataratomate reaccionó expandiendo su genoma considerablemente y librándose de algunos componentes genéticos que eran responsables de su tamaño y color, aunque la información respectiva aun presenta vestigios residuales en forma de trazas de sus antiguas caracterísiticas que ahora han sido descubiertas.
Lo que aún no se ha podido determinar es el color del que eran los tomates que comían los dinosaurios, pero sí se sabe que no eran rojos. ─[PhysOrg / Imagen vía Yasonya/Shutterstock]
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