La tinta consiste en nanopartículas de plata en emulsión que pueden imprimirse con una impresora de inyección de tinta prácticamente normal. La tinta ha sufrido un proceso de sonificación usando ultrasonidos que termina formando nanotubos que luego son recubiertos con un polímero conductivo.
Este polímero atrae el amoniaco, permitiendo por tanto detectar las trazas que suele haber en los explosivos en cantidades tan pequeñas como 5ppm. Lo bueno es que con diferentes recubrimientos se pueden detectar otro tipo de gases.
Pero lo mejor es que además de ser muy barato requiere muy poca energía, se puede aplicar prácticamente en cualquier superficie y los nanotubos se puede usar también para crear un sistema integrado de comunicaciones para el sensor.
Se vislumbra por tanto una enorme facilidad en un futuro muy cercano para detectar explosivos y otros productos nocivos tales como humo, gases tóxicos o flatulencias vecinales propias del uso común ascensoril. [Gizmag]
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