Al parecer la electricidad es salada, o al menos vuelve salados a los alimentos. A pesar de que la electricidad no cambia las propiedades nutritivas, tiene un efecto sobre las papilas gustativas que le da un sabor salado a lo que comas y bebas.
Para que el efecto sea completo hace falta que la “electrificación” se mantenga mientras pasa por nuestras papilas, como simple de hacer con una bebida pero bastante más complicada con comida solida, por lo que ahí el efecto es menor.
Gracias a esto se podría conseguir que las dietas sin sal no fueran más sosas que Ángela Merkel con una pandereta en un tablao flamenco. E incluso se plantea la posibilidad de crear patrones de frecuencia de sabor, con los que crear sabores artificiales que luego puedan compartirse electrónicamente.
¿Supondrá esto que en el futuro todos comeremos ecomida desarrollada usando papillas y gelatinas con sabores programados? No quiero ni pensar a que puede saber el malware. [PCWorld]
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