Por una vez Fukushima no ha tenido la culpa.
Llegó a barajarse la posibilidad de que se debiese a una precipitación de lluvia contaminada con radiación de proviniese de las inmediaciones de la central nuclear, pero aún así seguiría resultando complejo explicar porqué la radiación únicamente aparecía en una franja tan determinada de terreno.
La solución llegó cuando se investigó el subsuelo, en concreto un sótano adyacente en el que se almacenaban diversas latas y bidones de pintura fosforescente, en concreto la que contiene radio-226 como elemento para reflejar la luz. De hecho el código de dicha pintura es Nihon Yako (Japón luminoso).
En el lugar donde se almacenaba esa pintura se medían 600 microsieverts/hora. El inquilino desconocía la presencia de esa pintura ahí y podría haber recibido desde que se mudó a dicha casa en 1953 unos 30 mSv anuales. Las autoridades han retirado el material confinándolo en un almacén para resíduos radiactivos. ─[Japan Times]
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