Hace ya una semana que Steve Ballmer anunció que dejaría su puesto como CEO de Microsoft en los próximos doce meses, una semana en la que ha dado tiempo a analizar la noticia, compararla con noticias anteriores y llegar a la conclusión de que hay algo raro en la marcha de Ballmer. Hace solo un mes del anuncio de una gran reestructuración de la compañía en la que estaba claro que Steve Ballmer esperaba estar. Ahora, de pronto, se va. ¿Fue la decisión realmente suya?
Las miradas pasan entonces de forma inevitable hacia Bill Gates. El cofundador de Microsoft, ex CEO, y todavía presidente de la compañía fue siempre uno de los grandes defensores de Steve Ballmer. Desde que le sustituyó como CEO en 1999, a través de todos los altibajos (sobre todo bajos) que ha atravesado la compañía, cada vez que alguien dudaba de Steve Ballmer, Bill Gates aparecía para defenderlo. Se decía que tan solo Bill Gates podía despedir a Steve Ballmer.
La lectura de tanto la carta de despedida de Ballmer como el comunicado de Microsoft anunciando su jubilación apuntan a una relación que ya no es tan estrecha como lo fue en otros tiempos. En su carta, Steve Ballmer no hace ninguna mención a Bill Gates, su gran compañero de fatigas en Microsoft durante todos estos años. Ni un gracias por todo, ni un “quedáis en sus manos”. En el comunicado, Bill Gates solo dice que se pondrán a buscar sustiuto y que afortunadamente Ballmer seguirá mientras no encuentren a otro. Pero nada más. Ni una mención a su aportación a la compañía durante 14 años como CEO, ni a su amistad personal. Nada.
Una marcha prematura
El propio Steve Ballmer indica en su carta de despedida que en principio su idea era irse más tarde, pero que después, tras valorar la situación, había adelantado la decisión. E, incluso aceptando que fue él el que lo decidió, mucha gente de dentro de Microsoft consultada por All Things Digital asegura que fue una decisión brusca. Que claramente en julio no tenía en mente retirarse en los siguientes doce meses, que estaba metido de lleno en la reestructuración de la compañía y que pensaba dejarla por lo menos encauzada.
La opinión general es también de que Bill Gates no pidió a Steve Ballmer que se fuese, pero que cuando el todavía CEO le comunicó su decisión, posiblemente tomada tras valorar muchas presiones internas, Gates tampoco se opuso (como sí hizo en otros momentos). En una entrevista con ZDNet en la que le preguntan a Ballmer si el cofundador de Microsoft le había pedido que se marchara o se quedase, Ballmer dejaba claro que Gates no lo había echado, pero tampoco había insistido en que aguantase un poco más.
“Bill respeta mi decisión”, aseguró Ballmer en la entrevista. “Es una de esas cosas que al final tienen que ser tu propia decisión”. ¿Se ha enfriado la relación entre Steve Ballmer y Bill Gates? Todas las especulaciones apuntan ahora mismo a que sí, pero habrá que esperar a ver cómo se desarrolla la situación en los próximos meses. Quizá cuando Steve Ballmer pase el testigo definitivamente a su sustituto Bill Gates intente borrar esta impresión. En la nota de bienvenida al nuevo, debería haber un agradecido adiós al viejo. Por todos estos años.
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