Pivotar, pivotar y pivotar. Muchas escuelas de negocios, aceleradoras y gurús varios insisten en que hay que ser constante y persistente cuando se ha fundado una startup y, sobre todo, no tirar la toalla. Se puede estar años sin monetizar o sin alcanzar beneficios, dependiendo del caso. Pero, ¿Cuándo es realmente el momento de abandonar un proyecto o empresa? ¿Cuándo pueden o deben los emprendedores asumir el fracaso de sus startups?
El CEO del servicio de ridesharing Uber, Travis Kalanick, ha aportado su propia perspectiva durante la entrega del premio UCLA Venture Capital Fund´s Entrepreneurial Achievement Award ante un auditorio de 1.200 jóvenes emprendedores.
“Cuando estás diciéndote a ti mismo y planteándote ‘voy a perder mi cordura realmente’ es cuando llega el momento de ponerte a hacer otra cosa”, ha señalado Kalanick, según se hace eco Re/Code.
El directivo lo sabe de buena tinta. Antes del lanzamiento de Napster (en 1998) Kalanick estuvo involucrado en la puesta en marcha de un motor de búsqueda P2P para archivos, vídeos, películas e imágenes denominado Scour. La plataforma permitía a los usuarios descargar estos contenidos sujetos a derechos de autor sin pagar absolutamente nada, lo cual hizo que un grupo de gigantes del entretenimiento demandaran a la startup y le pidieran 250 millones de dólares. La compañía no tuvo otra opción que acogerse al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de EE.UU. En total, el mandamás de Uber se había tirado cuatro años sin cobrar un sueldo.
Tras su fracaso Kalanick puso en marcha en el año 2001 una empresa también relacionada con el peer-to-peer pero con un software de red llamada RedSwoosh. El emprendedor cuenta que “la idea era coger a esas 33 empresas que me demandaron y convertirlas en clientes. Así que esos tipos que me estaban demandando al final me acabaron pagando”. Su segunda startup fue vendida a Akamai por 23 millones de dólares, un dinero que Kalanick usó en parte para ayudar a fundar Ubercab, el germen de Uber.
Entre la venta de RedSwoosh y el lanzamiento de Ubercab, el emprendedor estuvo un tiempo sin montar nada. En esa época incursionó en el mundo del capital riesgo y puso fondos en diez startups distintas. Sin embargo, Kalanick ha reconocido que una película le hizo volver al redil. ‘Vicky Cristina Barcelona’ de Woody Allen le inspiró en 2008 para regresar al mundo de los emprendedores.
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