La idea de la compañía Yumeshokunin, fabricante del cepillo Misoka, es recubrir la punta de las cerdas con un nanomineral que consigue darle a la superficie de tus dientes propiedades hidrofílicas.
¿Para qué demonios sirve eso? Pues bien, normalmente los residuos de la comida y el sarro tienden a quedarse pegados en nuestros dientes, pero ahora la combinación de la superficie hidrofílica de nuestros dientes y nuestra saliva harán que se resbalen.
El resultado es que mientras dura el efecto no es necesario cepillarse los dientes y además consigue que nuestro aliento mejore sustancialmente.
Pero eso sí, como todo invento existe un fallo, lamentablemente ya no podrás usar los paluegos que se te quedan después de comerte una bolsa de patatas para picar entre horas.— Dani Burón [DigInfo TV]
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