Los resultados se han publicado en la revista “Meteoritycs and planetary science” y se refieren a una estatuilla de un soldado con armadura que una de estas expediciones nazis llevó a Alemania en 1939.
En primer lugar nos puede llamar la atención el hecho de que en el pecho del soldado se encuentre una esvástica y pensaremos que la tallaron los propios nazis pero si nos fijamos con atención observaremos que los extremos de dicho símbolo están orientados en dirección opuesta a la de la svástica nazi. Esto es así porque dicho dibujo tiene un origen muy antiguo y ha sido empleado por diversas culturas (egipcios, griegos, persas, celtas, nativos norteamericanos…) así como por algunas religiones como el hinduismo y el budismo.
Es un símbolo que para los hinduístas está relacionado con el Sol y la diosa Vishnu pero con la orientación que se le dio en la iconografía nazi el significado se aproxima a Kali, una deidad oscura y violenta. Esa es la razón por la que en la estatuilla de marras encontraríamos este símbolo, y de ahí que llamase la atención de la expedición alemana que recorrió aquellas tierras.
Pero además este guerrero con su armadura, que podría representar a la deidad Vaisravana, esculpido en un bloque de unos 10 kilos de peso en torno al siglo XI d.C. tiene una particularidad aún más llamativa referida la material del que está hecho y que es una de las pocas certezas que se tienen sobre la pieza: no es de este planeta.
Tras ser examinada y realizarse diversas pruebas sobre la escultura, el profesor Elmar Bunchnher de la Universidad de Stuttgart ha afirmado que es la única representación escultórica de una figura humana que ha sido realizada sobre un meteorito. Y es que a diferencia de cualquier escultura que conocemos el mineral que sirvió al anónimo escultor no surgió de las entrañas de la Tierra sino que llegó aquí procedente desde otro planeta, como atestigua el análisis de la composición efectuado.
Además de hierro, niquel y cobalto la escultura presenta tazas de cromo, galio y germanio, una combinación que supone una especia de “firma meteorítica” que lo emparenta con otros fragmentos de meteorito descubiertos en 1913 en regiones de Siberia y Mongolia.
En concreto un meteorito llamado Chinga y que, como muchos otros que cayeron en tiempos primitivos desde el oscuro firmamento, fueron relacionados por diversas culturas con mensajes divinos, lo que explicaría que uno de ellos terminase esculpido en forma de guerrero divino. ─ [Meteoritics & Planetary Science vía Nature]
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