Y es que algo que en tierra es tan sencillo, o al menos lo parece porque algunos servicios públicos son verdaderos bodegones con excesivo realismo y tridimensionalidad llenos de texturas y sustancias de toda índole, en el espacio es bastante complicado.
Por un lado existe un protocolo que hay que seguir si no quieres ver “alienígenas” a lo Abyss de colores amarillos y marrones pululando por la nave. Dicho protocolo indica los diferentes pasos a seguir para que todo vaya bien.
Pero por otro lado está la práctica, ya que a la hora de miccionar hay que usar un tubo succionador, que puede que tras varios meses de misión se use para otros menesteres. A la hora dejar algo con más consistencia es necesario un entrenamiento para que nuestro hojaldre apunte con la precisión de un francotirador a un pequeño agujero que creará el vacío con nuestra nalgas prietas, usando para ello una cámara dentro de la taza que nos mostrará donde se sitúa nuestro agujero negro y acostumbrarnos.
Aunque lo mejor es que lo veáis por vosotros mismos en el vídeo de la fuente y decidáis si vuestro sueño infantil de ser astronautas merecería la pena.— Dani Burón [National Geographic]
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