Un estudio realizado por Vox y Data for Progress en 2021 señalaba que el 47% de los estadounidenses tenían sentimientos negativos hacia los multimillonarios. Sin embargo, otro estudio del mismo año llevado a cabo por Ohio State y Cornell ponía de manifiesto que las personas que se ponen a estos personajes acaudalados todavía tienen a admirar a figuras como Elon Musk o Bill Gates.
Margaret O’Mara, profesora de historia en la Universidad de Washington que estudia a historia moderna de EE.UU y de la industria tecnológica, da algunos apuntes en Make it (de CNBC) para explicar este fenómeno contradictorio.
O´Mara habla de una suerte de ‘religión del espíritu emprendedor’, que surge por la falta de presencia de otros modelos a seguir y la disminución de la fe en otras instituciones, como el gobierno, las iglesias o incluso la ciencia.
Esta docente asegura que en el marco de la creciente dureza para salir adelante la América corporativa tradicional la gente quiere encontrar un mito en el que creer que les brinde consuelo.
“Cuando tienes estas historias realmente atractivas y emocionantes de la startup que nace en tu dormitorio o garaje y que luego se convierte en esa empresa valorada en más de 1.000 millones de dólares, el emocionante relato del paso de la pobreza a la riqueza realmente encaja en una narrativa estadounidense anterior a Silicon Valley”, dice O´Mara.
“Esas historias son excepcionales, para ser claros, pero creo que el error es suponer que cualquiera puede hacer esto”, añade.
El mito del emprendedor exitoso y millonario supone, según la profesora, una fórmula que muestra que las cosas se pueden hacer de manera diferente, eliminando “a los guardianes y al establishment”. “Esta es una nación fundada sobre la revolución, por lo que ser un rebelde, no inclinarse ante la autoridad y ser tu propio jefe es algo genial”, subraya.
Sin embargo, muchas de las historias de startups americanas que han acabado siendo unicornios no tienen en cuenta los privilegios con los que ‘parten’ las personas, como el género, la raza y el origen étnico.
La profesora matiza que en la mayoría de los casos el éxito de estos personajes depende no solo de su duro trabajo, sino de otras condiciones externas, como las conexiones que tienen debido a los privilegios con los que nacieron y el empeño de las muchas personas con las que trabajan.
“Hay muchas razones para admirar lo que estas personas han hecho y descubrir qué las hace exitosas”, dice O’Mara. ″Pero creo que el mejor remedio sería tener una sociedad en la que haya más gente que llegue con ventajas, redes y conexiones y tengan la oportunidad de construir su propio negocio”, apostilla.
O´Mara también comenta que otra razón por la que idolatramos a los multimillonarios tecnológicos es porque son ellos los que han definido los términos del éxito moderno.
“Esta idea de que lo que uno debe aspirar a hacer no es trabajar para una gran empresa, sino iniciar su propio negocio y llegar a ser un fundador como Mark Zuckerberg”, está grabada en la conciencia pública, apunta la experta en historia moderna.
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