Andrew Feustel estaba un día paseándose tranquilamente por la ISS (ya te gustaría a ti empezar una historia de esta manera) cuando algo se le metió en el ojo. Automáticamente la irritación provocó que sus lacrimales segregaran líquido pero… allí se quedó.
Según sus propias palabras “las lágrimas no caían del ojo, simplemente se quedaban ahí“. Lo que se le metió en el ojo fue una pequeña gota del líquido antivaho que impregna el interior de la escafandra, con una composición parecida a la del jabón de lavavajillas. Habitualmente este producto se extiende hasta que la película lo cubre todo pero quizá alguien no recordó ese día las enseñanzas ancestrales del señor Miyagi (“dal sela, pulil sela”) y una gotita tuvo la mala fortuna de comenzar a flotar hasta encontrarse con el ojo de Feustel.
Lo malo del caso es que se encontraba en medio de un paseo extravehicular y digamos que era complicado lo de restregarse el ojo con la mano, así que tuvo que agudizar su ingenio para frotarse contra una pieza interior de gomaespuma ante la inutilidad de sus lloros. ─Antonio Rentero [AP / Imagen: Shutterstock/Zdorov Kirill Vladimirovich]
Los usuarios denunciaban que la compañía los había rastreado incluso cuando usaban el modo privado…
El Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial financiará aquellas iniciativas que puedan solucionar incertidumbres científicas o…
Solo en el cuarto trimestre las empresas emergentes del país han levantado 1.500 millones de…
La región tiene 13 scaleups y destaca por sus empresas emergentes de salud y agrotech.
Valencia ha atraído en el primer semestre del año 30 millones de euros de inversión…
El diario estadounidense demanda a las dos compañías tecnológicas por haber usado sus contenidos para…