Si descontamos el hecho de que mueve las cejas de manera un tanto rara, su apariencia es tan normal que casi hasta deja de darnos miedo. Actroid-F es la última versión del proyecto japonés Geminoid Robot, de Hiroshi Ishiguro.
Actroid-F observa a los humanos e imita sus expresiones faciales, por medio de un programa de reconocimiento de nuestros gestos. Resulta sorprendentemente precisa: sorpresa, enfado, alegría, sus cejas y boca se mueven de forma muy humana. De hecho, si nos imaginamos nuestra cara vista desde el ordenador, es más expresiva casi que nosotros. (No vale que empieces a hacer muecas ahora…)
Normalmente, cuando un robot se parece mucho a un ser humano, empieza, si no a asustarnos, “a darnos cosa” como dirían algunos. Algunos de vosotros ya sabéis a que se debe: al llamado “valle inquietante“.
Resulta que un robot diferente a un ser humano nos parece simpático, probablemente porque lo vemos como máquina, o como juguete, sintiéndonos psicológicamente seguros de lo que es, resultándonos graciosas sus respuestas humanas: “¡Mira, puede hablar! Qué gracioso”.
No obstante, a medida que se va pareciendo más a un ser humano, como hemos visto en varios vídeos de Gizmodo (podéis visitar la sección de robótica), a pesar de que nos asombra, también se puede decir que nos inquieta. Nos parece algo raro. Es porque empezamos a asociarlo con un ser humano, pero no un ser humano normal: nuestro cerebro nos hace pensar que es una persona con problemas, gravemente enferma o algo parecido a un zombi. Esto genera un descenso en la “gráfica de empatía”: se trata del valle.
En resumen: en lugar de resaltar de manera simpática sus habilidades humanas, sin querer lo damos por humano y resaltamos fuertemente sus características no-humanas. Por supuesto, no lo pensamos a nivel racional, de modo que ocurre aunque sepamos que es un robot. Wikipedia lo describe muy bien.
Si seguimos hasta que el parecido con el ser humano le hace casi indistinguible, lo empezamos a ver de nuevo normal, incluso sabiendo que es un robot androide, porque, lo queramos o no, nos parece un ser humano.
Sabiendo esto, ¿qué os parece nuestra amiga Actroid-F? ¿Puede que sea la primera que empiece a salir un poco del valle inquietante? No me ha resultado muy extraña, personalmente. Tiene ese nerviosismo de los seres humanos, ese “no estarse quieto”, el tembleque que no le hace parecer un maniquí. Esto nos hace plantearnos otra interesante cuestión: si para generar ese temblor propio del ser humano se gasta más energía, ¿no será que los robots están bien como están? ¿Somos los humanos menos perfectos en cuanto a gasto energético, no pudiendo controlar del todo nuestros músculos y nervios?
En cualquier caso, estará en hospitales, para animar a algunos pacientes. Alguien que pueda alegrar a personas enfermas siempre… espera, ¿he dicho alguien? — Javier G. Pereda [Robo-times]
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