Así lo cuenta Christina, la novia del chaval con el artilugio confuso:
“Mi novio traía su paraguas consigo cuando vino a mi habitación de la residencia. Cuando estábamos limpiando mi habitación, vimos algunos coches policía fuera del edificio, pero no les hicimos mucho caso.
Sobre una hora más tarde, mi novio recibió una llamada de uno de sus amigos y abandonó el cuarto, sin el paraguas. Cinco minutos después, me llamó y dijo que la policía estaba evacuando el edificio. Me sugirió que yo también debería salir, de modo que abandoné mi habitación y vi pasar por lo menos a tres policías por el vestíbulo.
Fuera del edificio vi sobre dos docenas de personas cerca de la entrada, e iba a preguntar sobre la situación cuando uno de los policías del interior me llamó la atención.
Me preguntó: “¿Había alguien contigo dentro del edificio?” Como algunos de esos policías tenían rifles militares, me puse muy nerviosa. Contesté “Sí, una persona. Mi novio”. El policía me preguntó si había abandonado el edificio, a lo que contesté que sí. Pero no me creyeron, y el que estaba hablando conmigo dijo: “Tenemos policías cubriendo todas las entradas, salidas y escaleras, y nadie ha dejado el edificio”. Sin embargo, como le vi bajar por una escalera, mantuve mi postura de que abandonó el edificio.
El policía me preguntó por su descripción, así que le dije su color pelo, peso, color de ojos, complexión. El policía me interrumpió: “¿Esta persona tenía un arma?” A pesar de mi nerviosismo me di cuenta de qué iba la situación.
Contesté: “Tiene un paraguas que parece un arma. Se parece a una espada samurái”.
Los policías se miraron entre ellos. Uno dijo “¿Un paraguas?”, a lo que contesté afirmativamente. Entonces me mostré con voluntad de ayudar: “Puedo llamarle para que venga”.
[…]
Cuando mi novio llegó, el policía le preguntó sobre el paraguas. Le dijeron que se sentara enfrente de mí, y otro policía con una gran pistola se situó sobre mi novio.
Dos de los policías escoltaron al encargado de la sala hacia arriba, por las escaleras, a recuperar el “artefacto en cuestión”.
Después de un par de minutos, volvieron a bajar. El policía llevaba el paraguas. Entonces desabrochó el “artefacto en cuestión” y lo abrió. Otro policía dijo: “Hemos acabado”. Todos los policías se fueron del edificio. En total, había una docena de policías, cuatro de ellos con rifles.”
Aquí tenéis a la parejita del paraguas. No sé si decirles a los polis: ¡Fail! o pensar que es una barbaridad pasearse con un cacharro así. No obstante, si tú también quieres dar el cante con el paraguas, lo tienes en ThinkGeek en dos tamaños: de katana y de tanto, por 30 y 20 dólares respectivamente. Pero recuerda que es un paraguas normal, con la empuñadura a modo de este tipo de sables. Desde el acontecimiento, indican: “Precaución: puede alertar a equipos del SWAT“.
Y no te pasees por el instituto ni la universidad con él… mejor, ves con el “artefacto en cuestión” a la revisión de un examen. Y mira con una sonrisa al “profesor en cuestión”. —Javier G. Pereda [ThinkGeek]
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