En muchas ocasiones percibimos a los emprendedores como workaholics que tienen bastantes problemas para desconectar de sus negocios. Lo cierto es quien funda o co-funda una empresa suele dedicar unas cuantas horas extra más allá de su horario de trabajo habitual.
Por este motivo y por tener que lidiar con la incertidumbre constantemente se tiende a pensar que los emprendedores tienen más riesgo de quemarse (o tener ‘burnout’) que los trabajadores asalariados.
Sin embargo, un nuevo estudio que se acaba de publicar en el Journal of Business Venturing y que ha sido encabezado por el profesor de Emprendimiento de la Universidad de Amsterdam (UvA) Martin Obschonka muestra que no es así. Su riesgo de acabar quemándose en promedio sería menor que el de aquellos empleados por cuenta ajena, debido a los efectos psicológicos positivos que tiene el trabajo emprendedor.
Para elaborar el estudio los investigadores siguieron a 348 co-fundadores y 1002 empleados en un intervalo de hasta seis meses. Estos datos fueron recopilados antes de la llegada del coronavirus. Aunque se ha investigado mucho sobre los workaholics y el burnout este sería el primer trabajo que establece una posible correlación entre emprendimiento y burnout.
“Parece existir una paradoja de ‘adicción al trabajo positivo’, porque los emprendedores están tan comprometidos con sus proyectos que también muestran un menor esfuerzo de recuperación diario tras las horas de dedicación laboral regulares. ¿Qué los hace estar tan protegidos del burnout? Hemos analizado los principales mecanismos asociados con quemarse y su compromiso con el trabajo”, señala Obschonka.
“El trabajo de los emprendedores en realidad parece generar menor estrés diario, como la presión laboral, la presión por el tiempo y las tareas administrativas, en comparación con el trabajo remunerado”, asegura el investigador.
El autor del estudio también subraya que el emprendimiento también ofrece al emprendedor un alto grado de autonomía personal en el trabajo, lo que lo otorga aspectos muy positivos.
“Todo esto conduciría a un retorno psicológico positivo a la importante inversión que realizan los emprendedores debido a su gran implicación en el trabajo. Como resultado, su faceta laboral no solo les da más energía y un estado de ánimo más positivo de media que a los empleados asalariados, sino que también son más felices y están más satisfechos con su trabajo. En promedio, el espíritu emprendedor parece hacer a las personas más felices”, sostiene.
Curiosamente, aquellos negocios o startups con una sola persona, sin empleados, parecen tener menor riesgo de burnout. Sin embargo, si expanden sus negocios y contratan empleados aumenta la probabilidad de agotamiento.
Los resultados de la investigación también pueden ser relevantes para el empleo remunerado. Si se escogira un enfoque más emprendedor dentro de las organizaciones y se desarrollaran iniciativas de intraemprendimiento esto también podría reducir el riesgo de agotamiento en, por ejemplo, empleos que requieren un fuerte compromiso con el trabajo.
“Si podemos maximizar la utilidad psicológica de trabajar como emprendedor, este implicaría no solo un beneficio personal en el mundo del autoempleo, sino también, en términos más generales, desarrollando empresarios sanos, motivadoos y bien recompensados que dirigen sus negocios, reuniendo colectivamente beneficios sociales y económicos más amplios”, concluye Obschonka.
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