Experimenta en tus propias carnes las sensaciones de un astronauta
La desorientación es el efecto más característico del regreso a tierra desde el espacio.
La ruptura con los ciclos biológicos de días de 24 horas con noches de 8 horas de oscuridad, la ausencia de gravedad, el distinto comportamiento del organismo en esas condiciones, la diferente sensación de transcurso del tiempo, soportar extraños olores y ruídos, ver amanecer cada 90 minutos, y por fin desembarazarse del stress propio de las tareas en que consista la misión y del propio viaje al aterrizar… son múltiples los factores que hacen que cuando un astronauta vuelve a la Tierra desde el espacio pase un período de tiempo desorientado, con mareos, dificultades de movimiento o falta de concentración.
Ese artilugio de la foto envía pequeñas señales eléctricas al oído del conejillo de ind… del futuro astronauta (o del curioso que desée experimentar cómo se siente un viajero espacial al volver a casa) para inducir al cerebro a un estado de desorientación similar. La técnica usada tiene el nada tranquilizador nombre de sistema de estimulación galvánica vestibular, GVS por sus siglas en inglés.
Ha sido desarrollado por investigadores del centro médico Monte Sinai de Nueva York y su función es que los futuros astronautas conozcan las sensaciones que experimentarán a su regreso de las misiones espaciales para poder enfrentarse a ellas con conocimiento de causa. Corrientes de 5 miliamperios llegan al nervio vestibular, situado en el oído interno y encargado de la función del equilibrio, alterando su funcionamiento para simular los resultados del aterrizaje tras un viaje espacial.
En los simuladores espaciales del proceso de reentrada se aplican estas corrientes de manera que los astronautas en entrenamiento tienen que enfretarse a la tares de llegar a casa pero con sus facultades alteradas para recrear esas condiciones de desorientación, y mediante este entrenamiento poder superar las posibles incidencias.
Y tú creías que ser astronauta era fácil. De todas formas quizá podrían haber obtenido los mismos resultados por menos dinero, invitando al cadete astronauta a un par de cervezas antes de meterlo en el simulador de reentrada, seguramente el resultado no sería muy diferente al que podemos observar en este video. ─Antonio Rentero [Wired]