Ha ocurrido tantas veces que es fácil sentir cierto déjà vu: startup joven con una red social o app como producto principal, que todavía no tiene ganancias, sino continuas pérdidas, y con una base de usuarios cuyo crecimiento está empezando a estancarse sale a bolsa. Se habla de hype, de valoraciones infladas y se espera a ver cómo va el primer día. Algunos son desastrosos, como le ocurrió a Facebook en su día. Otros se duplican, como fue el caso de Linkedin. Esta semana salió a bolsa Snap, propietaria de Snapchat, y no le fue nada mal.
El precio de salida de sus acciones fue de 17 dólares. Al cierre de su primera jornada de cotización, este pasado jueves, el título de Snap valía 24,48 dólares, un aumento de algo más del 40%. ¿Por qué tanto amor y confianza por una empresa que todavía no genera beneficios y cuyo modelo de negocio no está lo suficientemente definido?
En Financial Times explican que hay tres factores que lograron ese amor —al menos inicial, no sabemos qué pasará en los próximos meses— de Wall Street por Snap el día de su salida a bolsa: una mayor confianza de los inversores en una economía estadounidense en plena recuperación, el tiempo que hace desde la última gran OPV en tecnología (fue Alibaba en 2014), y el clásico miedo a perder una gran oportunidad de inversión. Mejor dentro que fuera.
Ese primer día habrá hecho a muchos respirar tranquilos: sus acciones compradas a 17 dólares enseguida aumentaron su valor de forma importante, por lo que mucha gente logró grandes ganancias solo en un día de cotización. Pero ¿fue todo esto tan bueno para Snap? Hay quien opina que no.
Lejos de toda esa alegría y las felicitaciones a Snap por el aparente éxito de su OPV, en Fortune tildan la salida a bolsa de «desastre». Los ganadores son, claro, los inversores, admiten, pero aunque en Snap hayan logrado hacer mucho dinero lo que ocurrió en realidad es que perdieron la oportunidad de hacer más.
¿Por qué, se preguntan, si los inversores estaban dispuestos a pagar 25 dólares —algo que tenían que haber estudiado y saber— optaron por un precio de salida de solo 17 dólares por título? Fue un mal negocio: si hubiesen vendido esos 145 millones de acciones por esos 25 dólares, habrían recaudado 3.550 millones de dólares en vez de «solo» 2.450 millones. Así, 1.100 millones de dólares que podían ser de Snap no lo son.
Por supuesto, esto es algo que está más que estudiado; si Snap decidió salir con precios a la baja fue por algo. Desde mostrar a sus inversores de siempre cierta gratitud al ofrecerles acciones baratas, hasta la evidente ventaja de que las noticias hablen de una OPV que fue un «éxito» en vez de un «fracaso».
Ahora Snap tiene unos días (no mucho, si el mercado da la vuelta tendrán que empezar a ponerse las pilas) de tranquilidad para trabajar en lograr mantener esa valoración y ese amor de Wall Street. Linkedin es el gran ejemplo de larga historia de amor con los inversores, pero la comparación no es justa ni posible: la red social profesional tiene beneficios desde muy pronto; Snap, de momento, no.
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