El primer detalle que llama la atención del producto es el diseño robusto y tosco de su carcasa. El tablet está construido en plástico, un detalle que se podría haber aprovechado para dotar de mayor ligereza al dispositivo, sin embargo, no ha sido así. La sensación inicial al tenerlo entre manos es de pesadez y esto se corrobora al echar mano de sus especificaciones. Son 895 gramos de peso nada menos, una medida importante si tenemos en cuenta a otros rivales con el mismo tamaño, como el iPad 2 (613 gramos) o el Motorola Xoom (730 gramos).

El S1080 tiene una pantalla táctil capacitiva de 10,1 pulgadas y 1024 x 600 píxeles. Con esta resolución y al contar estar retroiluminada por LED uno espera que los gráficos y vídeos se visualicen mejor, pero la realidad es que les falta algo de nitidez y viveza en los colores. En este sentido el tablet cuenta con un acceso rapido a la configuración de la pantalla -como si se tratara de un monitor corriente- con el que se podrá regular el brillo, el contraste o la saturación. Aún en la mejor de las combinaciones, la percepción es peor que en la de otras tabletas.

Una de las mayores ventajas de este equipo son sus extensas opciones de conectividad. La tableta cuenta con puestos USB 2.0 y 3.0, ranura para tarjetas SD, jack para cascos y micrófono, conexión LAN , VGA, así como una ranura para tarjetas SIM. Esta última está destinada a sacar el máximo partido al gadget en movilidad. Así, es compatible con redes 3,5G.

Para complementar este manejo táctil el equipo incluye algunos controles físicos. En el borde izquierdo incorpora dos botones que emulan los clicks de un ratón tradicional. Ya en el margen de la pantalla de este mismo lateral pueden encontrarse accesos para desplegar un teclado virtual, para ir hacia delante o hacia atrás o para cancelar una orden. A estos se suma un trackpad en la parte derecha de la pantalla. Más que una bola, se trata de un botón que reacciona ante los desplazamientos del dedo, pero cuyo margen de acción resulta en la práctica bastante limitado.

La tableta cuenta el sistema operativo Windows 7, con todo lo bueno y malo que eso implica. Entre los puntos positivos, destaca el poder utilizar e instalar todo tipo de programas casi como si fuera un PC normal o la compatibilidad con casi cualquier tipo de archivos. Los aspectos negativos irían desde la velocidad de carga (similar a la de un ordenador), pasando por una interfaz poco dirigida a tabletas hasta su escaso rendimiento táctil. Para seleccionar una opción, abrir o cerrar una ventana o desplazar algún elemento por la pantalla será casi obligatorio realizar varios intentos. El dedo funciona más como puntero que requiere pinchar una zona específica y la sensación es casi la de estar más frente a una PDA que a una tableta.

En el Gigabyte S1080 se echa en falta todo el ecosistema de aplicaciones tan atractivo en cualquier smartphone o tableta con las plataformas de Google o Apple incorporadas. No obstante, para mitigar esa sensación Microsoft ha incluido un área llamada “App Park”. En realidad sólo se trata de un suite que incluye varias apliaciones ofimáticas como Word, Excel y otras de dibujo como Paint, Adobe Reader y el bloc de notas. De cualquier manera, el fabricante tampoco parece estar interesado en las apps y vende el equipo más como “una oficina en marcha”.

Así, el usuario se encontrará en realidad más con una especie de netbook al que le hubieran robado el teclado que con una tableta. Sólo hay que reparar en las prestaciones que incorpora: procesador de doble núcleo Intel Atom N570, disco duro SATA de 320 GB de capacidad, 2 GB de memoria RAM…

En definitiva, la conclusión que se puede extraer tras utilizar Windows 7 por primera vez en un tablet es que quizás esta plataforma no sea la más idónea para dispositivos táctiles, pese a que en su día la empresa de Redmond afirmara que el nuevo SO se había preparado también para este tipo de productos. La realidad es que su manejo dista mucho de cualquier tableta con iOS o Android, situándose a un mundo de distancia de plataformas como Honeycomb.

En el gadget también se echan de menos algunas prestaciones que ya empiezan a incluirse de serie en la mayoría de tabletas, como la cámara de fotos trasera y cámara de vídeo o la salida HDMI para exportar contenidos a una pantalla de mayor tamaño y definición. Aún así, dispone de una cámara frontal de 1.3 megapíxeles que puede utilizarse para videoconferencia y videollamadas.

Alberto Payo

Redactor jefe de ITespresso.es. Comunicador audiovisual y periodista digital desde hace más de una década y tecnológico desde hace casi 7 años. Dentro de las TIC, interesado por la movilidad, las startups, los emprendedores y las apps. Fuera de ellas, aficionado al cine, la fotografía, los cómics, los viajes y los monólogos.

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