Shimizu, su creador, pretendía crear una forma de vivir de manera totalmente natural. Básicamente se trata de una ciudad formada por lo que podría compararse con nenúfares gigantes, llamados células. La ciudad, llena de plantas, despediría menos dióxido de carbono del que consumiría.
Cada célula tendría en su centro un rascacielos de 1 km de altura con viviendas, tiendas y oficinas en su parte superior. El tallo del rascacielos estaría dedicado al cultivo y actividades agrícolas, formando una serie de granjas verticales. La zona verde exterior puede hacer las veces de zona playera o servir para construir viviendas frente al mar.
La energía sería principalmente solar y eólica. No es el primer concepto de superconstrucción ecológica futurista que vemos, pero es de las más detalladas en cuanto a funcionamiento: si quieres ver sus muchos detalles, puedes hacerlo en el enlace de la fuente. — Javier G. Pereda [Shimizu]
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