Todo cambió el miércoles. Era el día marcado en rojo por Thorsten Heins y otros altos ejecutivos de RIM en el calendario, el día en el que todo volvería a un cauce positivo. Los cambios eran muchos y grandes: el inesperado nuevo nombre (RIM ya no es RIM, ahora es BlackBerry) y la llegada, por fin, de BlackBerry 10, acompañado por dos teléfonos, el Q10 y, sobre todo, el Z10.
Las críticas fueron positivas. Todos los que probaron el Z10 y tuvieron una oportunidad de probar BlackBerry 10 no dudaron en alabar el sistema operativo: rápido, completo, sin bugs, suave y fácil de usar… BlackBerry ha conseguido por fin lanzar una plataforma que está a la altura de la era de los smartphones y unos teléfonos que no tienen demasiado que envidiar a los que tienen más éxito (quizá únicamente un ecosistema de apps más completo).
El problema, no obstante, es otro. El problema es convencer a un usuario acostumbrado a Android y a iOS de que comprar una BlackBerry puede ser todavía buena idea. El gran ejemplo de lo difícil que es esto es Windows Phone: Microsoft ha logrado también una plataforma móvil rápida, moderna y eficiente, y sin embargo no logra meterse en el mercado. ¿Lo logrará BlackBerry?
La extraña estrategia del cambio de nombre
Para volver a ganarse al usuario, la compañía confía en parte en la estrategia de marketing que lleva ya en marcha unos meses y que tuvo su punto álgido con el cambio de nombre anunciado esta semana. Este punto de la estrategia, no obstante, es el que menos se entiende. Sí está claro que se trata de unificarlo todo bajo el nombre más conocido: fuera de los círculos tecnológicos, nadie sabía qué era RIM y daban por hecho que BlackBerry era también el nombre de la compañía. Ahora es así y ya no hay confusión.
El problema de la nueva marca es que de nueva no tiene nada. BlackBerry se ahorra tener que hacer que los usuarios se aprendan un nombre nuevo, pero tiene por delante un nuevo reto: hacer que la marca BlackBerry pierda todas las connotaciones negativas que ha ido acumulando en los últimos años.
Y es que BlackBerry hace ya mucho que no es sinónimo de innovación, de modernidad y de teléfonos cool. BlackBerry es sinónimo de pasado, de aquellos primeros smartphones que dejaron de ser considerados inteligentes cuando Apple lanzó el iPhone. ¿Cómo deshacerse de todo ese equipaje con el que viene el nuevo nombre de la compañía?
Las pocas esperanzas que hay con respecto al futuro de BlackBerry quedan claras con un simple vistazo a las acciones de la compañía. Estas habían subido en las semanas previas al evento, debido a las altas expectativas acumuladas. No obstante, una vez pasada la presentación ha quedado claro que, si bien BlackBerry ha estado a la altura, todo lo que ha hecho no parece que vaya a ser suficiente. La última palabra es del usuario. Y el usuario no quiere una BlackBerry.
Los usuarios denunciaban que la compañía los había rastreado incluso cuando usaban el modo privado…
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