Del 1 al 10: Historia de Windows a través de sus versiones

***Este artículo es parte de un especial sobre Windows 10 que analiza la llegada de la nueva versión desde diferentes ángulos. Accede a más información especializada: Así es Windows 10: funcionalidades y capacidades técnicas; Windows 10 en la empresa, el salvavidas del mercado PC; Windows 10: Mayoristas y socios fabricantes opinan sobre el SO

A mucho fanboy y fangirl le costará aceptarlo, pero si Windows existe es en gran parte gracias a Apple. Todo en un momento en el que Cupertino no podía imaginar que su Mac fuese a convertirse en algo marginal y que el sistema operativo que iba a tener todo ordenador era el desarrollado por Microsoft. Redmond era un jugador más y, en el mundo de las interfaces de usuarios, no parecía especialmente peligroso.

Estamos en 1981 y Microsoft, con Bill Gates en cabeza, y Apple, todavía con Steve Jobs, son más partners que enemigas. Ambas compañías trabajan juntas para desarrollar aplicaciones para el primer Macintosh, que se lanzaría en 1984. Parte del trato es que Microsoft obtiene las licencias de algunos aspectos de la interfaz de usuario del Macintosh (un tema que acabaría más tarde en litigio). ¿Por qué? Porque desde 1981, Microsoft estaba trabajando también en su propio sistema operativo.

La primera versión de Windows llegó en noviembre de 1985 y debería ser recordada simplemente por la maestría de reconocer que, igual que los ordenadores necesitaban una interfaz gráfica atractiva, estas necesitaban un nombre que no sonase a jerga informática. Rowland Hanson, que en aquel momento era jefe de marketing en Microsoft, tenía claro que el nombre original “Interface Manager” haría poco por el sistema (que era más un entorno que un sistema operativo) y logró convencer a la compañía de que Windows sería una marca más atractiva y reconocible.

Esta primera versión no fue demasiado popular y recibió grandes críticas por dar demasiada importancia al ratón como medio de interacción (en aquel momento no estaba nada extendido). Microsoft, no obstante, estaba ya trabajando en la segunda versión, que llegaría en 1987 y que logró un poco más de éxito. Fue aquí cuando las ventanas empezaron a poder ser movidas y superpuestas, además de minimizadas y maximizadas. Y Word y Excel vieron la luz.

En 1990 llegó Windows 3.0 con importantes novedades que apuntaban ya al dominio que tendría la plataforma en todos los PCs durante la década: por primera vez necesitaba un disco duro, permitía ejecutar programas MS-DOS directamente en Windows, introdujo los 256 colores y uno de los juegos clásicos del sistema operativo, el solitario. Con sus cartas sobre la mesa, Microsoft se convertía por primera vez en una competencia seria para el Macintosh de Apple o el Commodore Amiga. Los 90 prometían mucho y cumplieron todavía más.

La década dorada de Windows

Los años 90 fueron los del grunge, el britpop, la ropa varias tallas más grande y Windows. De hecho, los días dorados del sistema operativo coinciden de forma tan exacta con esta década que parece hecho a propósito. Windows 3.0 fue una especie de aviso de que Microsoft iba en serio. Windows 3.1, llegado en 1992, con fuentes TrueType y con la aparición del Buscaminas, pulverizó los records de ventas de la versión anterior: 3.0 vendió 4 millones de copias en su primer año; 3.1 llegó a los 3 millones en solo tres meses.

El crecimiento exponencial de las ventas, que haría que Windows 95 vendiese 40 millones de en su primer año, habla no solo de la expansión casi universal del sistema operativo (Mac y Linux se quedaron en algo marginal), sino también del crecimiento del mercado del PC. La década de los 90 fue también una década en la que los ordenadores personales pasaron del casi cero al cincuenta: según datos del Departamento de Trabajo de Estados Unidos, solo un 15% de los hogares americanos tenían un ordenador en 1990. En 1999 el porcentaje alcanzaba ya el 50%.

Microsoft aprovechó la llegada de los ordenadores personales a las casas y se convirtió en casi el único jugador del mercado (de ahí salieron sus problemas por monopolio cuando decidieron incluir Internet Explorer como navegador por defecto en Windows). Windows 95, la primera versión del sistema operativo con botón de Inicio, fue presentado y anunciado por todo lo alto: la música de los anuncios era Start Me Up de los Rolling Stones, hubo anuncios protagonizados por Jennifer Aniston y Matthew Perry, las estrellas del momento gracias a Friends. El USB todavía no existía (estaba siendo desarrollado, vio la luz en 1996), pero Windows 95 ya era plug and play.

Con la siguiente versión, Windows 98, Microsoft no se arriesgó demasiado. Desarrollado sobre la base de Windows 95, las mejoras fueron casi cosméticas: aparecieron los botones de atrás, adelante y la barra de direcciones en el Explorador, y se introdujo el Windows Driver Model para los componentes y periféricos (un driver para todas las versiones futuras del sistema operativo). En sus primeros cuatro días, según datos del New York Times, vendieron 530.000 cajas. Y eso que sus comienzos fueron difíciles: durante su presentación, la demostración del Plug and Play falló y se vio la temida Pantalla Azul de la Muerte.

Pero la década llegaba a su fin y con ella también los días dorados de Microsoft. Todavía no habían alcanzado su techo (el de XP), pero tampoco habían visto versiones del sistema operativo que fuesen consideradas peores que las anteriores. La década de los 2000 tendría dos tropiezos, ME y, sobre todo, Vista. Cambiar de milenio nunca fue fácil.

Los 2000: altibajos y pérdida de confianza

Entre el año 2000 y el 2009 Windows llegó a lo más alto, pero también a lo más bajo. Empezaron con un tropiezo: la esperada versión para el nuevo milenio, Windows ME (“Millennium Edition”) se convirtió en la peor versión de Windows de la historia -todavía no existía Vista -y fue vista por casi todo el mundo como un paso atrás en una trayectoria que hasta entonces no había hecho más que avanzar. ¿El problema principal? Fallaba mucho.

Afortunadamente, Microsoft fue rápido y ya tenía en el horno la que sería la versión más exitosa de su historia, esa que todavía ahora sigue presente en muchos PCs por mucho que Redmond se esfuerce en intentar que sus usuarios se actualicen. Hablamos, claro, de Windows XP, que fue lanzada en octubre del año 2001 y que juntaba en uno sus productos para consumo personal y para empresas.

Windows XP introducía bastantes cambios estéticos de esos que se convirtieron en la imagen clásica de Windows: el botón de inicio en verde, la barra de tareas azul, el famoso fondo de escritorio de una ladera verde… Además, se introdujo ClearType para que leer fuese más fácil en pantallas LCD, el autoplay de CDs, varias herramientas de actualización automática y recuperación de archivos… XP fue sin duda el gran éxito de Microsoft y mantuvo al sistema operativo con soporte hasta abril de 2014. En ese momento, todavía estaba en 430 millones de PCs en todo el mundo.

¿Por qué seguía -y sigue -mucha gente con una versión de Windows de hace casi 14 años? Hay un culpable claro que nadie duda en señalar: Windows Vista, la siguiente versión del sistema operativo y el gran fiasco. Tras seis años de XP en todas partes, Microsoft lanzó en 2007 Vista y las críticas no tardaron en llegar: daba muchos errores, fallaba, molestaba pidiendo permisos para apps cada dos por tres, era terriblemente lento en ordenadores más antiguos (aunque hubiesen sido aprobados por Microsoft para actualizarse)… Fueron muchos los usuarios que volvieron atrás y reinstalaron XP, y muchos más los que decidieron “más vale malo conocido…” y se desinteresaron por cualquier nueva versión de Windows.

El borrón y cuenta nueva llegó en 2007 con Windows 7, lo que muchos decían que Vista tenía que haber sido, y el gran cambio en 2012 con Windows 8, que reformuló la apariencia y experiencia del sistema operativo por completo, intentando adaptarlo a las pantallas táctiles. La interfaz formada con tiles, como en Windows Phone, y la desaparición del botón de Inicio (que volvió por petición popular más tarde, en 8.1), son algunas de sus características. Aunque el funcionamiento era fluido, el cambio de la interfaz fue demasiado radical para muchos usuarios y Windows 8 nunca fue muy querido.

La gran esperanza y las promesas de Windows 10

Si Windows 8 fue el gran rediseño para intentar unificar el look de los dispositivos móviles y los PC, Windows 10, que se lanzará el miércoles 29 de julio, quiere ser una revolución más conceptual que estética. Con la lección de Windows 8 aprendida, esta nueva versión del sistema operativo buscará el equilibrio entre el escritorio y los dispositivos móviles. El botón de Inicio ha vuelto para quedarse y aparecen nuevas funcionalidades como los modos “teclado y ratón” o “tablet”, para que el usuario pueda decidir cómo quiere interactuar.

El cambio profundo, no obstante, es el conceptual: Windows 10 será la unificación de todos los sistemas operativos de Microsoft en una sola plataforma. Estará en los PC, en tablets y smartphones, y en la Xbox, una estrategia que puede ser también el último intento de la firma de Redmond por conseguir abrirse un hueco en el mercado móvil: el problema de Windows Phone era el círculo vicioso en el que los desarrolladores no hacían apps porque había pocos usuarios y los usuarios no se cambiaban a Windows Phone porque había pocas apps. Windows 10 podría acabar con esto.

Al tratarse de una única plataforma, las apps valdrán tanto para los dispositivos móviles como para los PC, donde Microsoft sí tiene muchos usuarios que ofrecer a los desarrolladores. Además, para los ni así quieran desarrollar para ellos de forma específica, Microsoft ha creado también una especie de conversor casi automático de apps de Android e iOS en Windows. Si con todas estas facilidades la cosa sigue sin funcionar, estará claro que Microsoft no tiene mucho que hacer en el mundo móvil.

Para animar a los usuarios a hacer el cambio, la actualización a Windows 10 será gratuita y cambiará también el futuro de la plataforma: Windows 10 será el último Windows, lo que significa que a partir de ahora se centrarán en actualizaciones regulares y constantes en vez de en grandes cambios y nuevas versiones. El sistema al que estamos acostumbrados en servicios como Facebook o los productos de Google.

¿Cómo recordaremos a Windows 10 en la historia del sistema operativo? ¿Será un nuevo XP o un nuevo Vista? ¿Entenderán los usuarios los cambios? ¿Servirá para salvar al negocio móvil de la compañía? En los próximos meses iremos teniendo la respuesta.

Ana Bulnes

Periodista fascinada por el mundo, la tecnología, los libros, las series y la música. Puedes seguirme en Twitter, Facebook e Instagram.

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