Lamentablemente, el titular vuelve a ser el mismo de siempre: “España se sitúa a la cola de Europa en innovación”. El tirón de orejas a los políticos desde que en este país existe el actual modelo político debe ser fuerte y lo más vergonzante posible. Con un montón de ejercicios políticos a sus espaldas han sido incapaces de dignificar la investigación en España.
Independientemente de si la inversión ha sido alta, baja o inexistente, lo cierto es que los distintos gobiernos (con los correspondientes parlamentos de cada legislatura) no han sabido materializar sus abundantes recursos (el tan manido superávit tiene que servir para algo) en un incremento de la innovación.
Sería agradable lanzar un mensaje esperanzador acerca del futuro, pero la trayectoria de los responsables es tan abrumadoramente inocua para hacer frente a las verdaderas necesidades de progreso, que es mejor no recrearse en falsas esperanzas.
Ellos seguirán discutiendo los repartos de las alcancías con la excusa de identidades, cuando una de las pocas identidades en la que todos los habitantes de la piel de toro nos podemos reconocer: no tenemos innovación, ni desarrollo: no tenemos ciencia.
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