Técnicamente no se trata de un flash, ya que no genera luz propia, sino que es más bien un reflectante que se adapta al flash externo de tu cámara y consigue darle el toque profesional que te hacía falta.
Gracias a esto no requiere cables, ni baterías ni pulsadores, tan sólo debes acoplarlo a tu flash de siempre y ya estás listo. Lo mejor de todo es que además de ser simple y eficaz, resulta mucho más barato que otros sistema, ya que sólo cuesta 40 dólares, y te ofrece prácticamente los mismos resultados. Bueno, bonito y barato, como debe ser.— Dani Burón [Photojojo]
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