Kering y sus marcas de lujo demandan a Alibaba
La venta de falsificaciones es algo muy normal en Internet, pero parece que Kering, dueña de marcas de lujo como Gucci, ha decidido decir basta y demandar a Alibaba.
Alibaba podría encontrarse con un grave problema dentro de muy poco si finalmente prospera una denuncia interpuesta por la empresa francesa Kering. La compañía, dueña de marcas de lujo como Gucci e Yves Saint Laurent, habría decidido pasar a la ofensiva ante la enorme cantidad de productos falsificados de sus marcas que se venden en el gigante chino del comercio electrónico, sin que haga nada por evitarlo.
Si bien Alibaba ha mejorado mucho su lucha frente a las falsificaciones, con millones de productos listado eliminados y miles de tiendas y vendedores online cerrados, la realidad es que es relativamente sencillo acceder a falsificaciones de marcas de lujo a través de la misma.
De hecho, según Kering, Alibaba estaría no sólo permitiendo la venta de falsificaciones, sino incluso colaborando en la fabricación, venta y tráfico de las mismas, ofreciendo la infraestructura necesaria para su puesta en venta internacional de forma más simplificada.
Ésta no es la primera vez que Kering denuncia a Alibaba, ya en julio de 2014 la empresa demandó por el mismo motivo al gigante chino, aunque en esa ocasión la demanda se retiró el mismo mes al decidir ambas colaborar para solucionar el problema de forma conjunta. La retirada de la demanda abría la posibilidad a una reapertura si no se encontraba una solución, algo que parece estar sucediendo.
Kering asegura que Alibaba no sólo no está solucionando el problema sino que además ha hecho caso omiso a los reportes de falsificaciones que han facilitado a Alibaba. Según Alibaba, la empresa colabora con muchas marcas para protegerlas y el camino escogido por Kering no tiene ninguna base.
Alibaba se enfrenta a la posibilidad de que se bloquee la venta de falsificaciones y que tengan que pagar a Kering 2 dólares por cada una, lo que podría suponer un enorme coste para Alibaba y una forma más llevadera para las marcas de lujo de asumir que muchas personas ni pueden ni quieren pagar los enormes sobreprecios de artículos que, a pesar de ser fabricados como otros a base de explotar a trabajadores asiáticos, tienen enormes márgenes de beneficios injustificados.