Media docena de planchas de cristal tiene la culpa de que un sillón y una maceta puedan conjugarse en un solo objeto. Además constituye una pieza de decoración singular, sobria, minimalista… y cara. Hablamos de un sillón de 3.000 $. Por ese precio lo menos que podían plantar en su interior es un cactus, que al menos no hay que hacer gasto en regarlo.
El concepto que según el diseñador se pretende expresar es el de una comodidad incómoda, dado que el mueble en sí no es incómodo pero psicológicamente el individuo que lo use no dejará de pensar que tiene un cactus bajo su trasero, aunque sea consciente de que al tener un cristal de por medio la planta no constituye una amenaza grave a la integridad de sus nalgas.
También puede ser una buena idea para cundo nuestras amistades se hayan acostumbrado a la pieza y el Día de los Inocentes sustituir el cristal templado original por uno de coña. Pero no digas que te he dado yo la idea.─Antonio Rentero [Voos Furniture]
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