El primer astronauta que experimentó el fuego en el espacio de primera mano fue Jerry Linenger en 1997, cuando una bombona de oxígeno de la MIR estalló y llenó la estación espacial de humo. Según él, el fuego se expandió 10 veces más rápido de lo esperado.
Aunque sólo sea por la inversión que suponen, la NASA no quiere que sus astronautas se quemen vivos, así que ha investigado y refinado toda una nueva generación de sistemas antiincendios espaciales. Algunos de los prototipos funcionan bien, cubriendo las esferas de fuego y cualquier cosa que esté cerca con una especie de neblina o “espuma de agua” hecha de una mezcla de oxígeno y nitrógeno no tóxica. — Rafa M. Claudín [MSNBC]
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