A pesar de que el instrumental robótico puede llegar a ser muy preciso, tiene un gran inconveniente, su falta de sentido del tacto, que hace que puedan causar lesiones y accidentes involuntarios al no poder notar si estamos presionando o rozando algo demasiado, con el peligro de aplastar o cortar que ello conlleva.
La idea de unos estudiantes de ingeniería de la universidad de Washington es adaptar Kinect de manera que pueda usarse para crear mapas de profundidad del paciente que nos digan realmente donde estamos situados, ofrezcan realimentación al cirujano y además permitan crear zonas restringidas para el robot.
Gracias a la facilidad que conllevan los drivers y tecnología de Kinect se pudo crear una versión de prueba en un fin de semana ahorrando casi 50.000 dólares en su desarrollo.
Ahora el desafío está en mejorar la resolución, miniaturizar los sensores y acoplarlos perfectamente a un robot para que puede ser utilizado en operaciones en la vida real.
Esperemos que en medio de la operación no salgan luces rojas ni al médico le de por creerse que está jugando al Kinect Adventures dentro de nuestro cuerpo.— Dani Burón [The Daily of the University of Washington]
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