Gracias a los avances sociales podemos encontrar, de una manera cada vez más habitual, mujeres en las compañías. Aunque en el sector tecnológico esto avanza más lentamente. Según un informe de HAYS Technology, solamente el 20% de los puestos de responsabilidad está ocupado por mujeres.
El estudio ha contado con la participación de casi 400 profesionales y ha demostrado que el 80% de los encuestados tiene a un superior directo del sexo masculino. Por otro lado, si se observan los salarios, se sitúan en la franja de entre 31.000 y 50.000 euros brutos/anuales, mientras que en la franja superior hay una brecha del 20% entre hombres y mujeres.
Vanesa Peña, National Manager en HAYS Technology, explica que hay dos factores que hacen que siga siendo insuficiente la representación de mujeres en puestos directivos. Por un lado, “la maternidad, ya que, en altos cargos, la responsabilidad es mayor y supone más tiempo de dedicación a su trabajo, haciéndoles decidir que deben renunciar al crecimiento profesional por pensar que no podrán ser buenas profesionales o dedicarles el tiempo suficiente a sus hijos”. Y, en segundo lugar, “porque todavía se tiende a sobre estimar el rendimiento del hombre, contratándolos por el potencial futuro que se espera de ellos, y en el caso de la mujer por los resultados obtenidos basado en experiencia previa”.
El 46% de las mujeres asegura que ha tenido que poner en pausa su vida profesional por hacer frente a una situación personal: conciliar la vida personal por el nacimiento de un hijo, por ejemplo. Una situación que sólo reclaman el 25% de los hombres.
Por otro lado, es importante destacar que, a nivel general, no parece que haya distinciones en el momento de recibir el salario dentro del sector tecnológico. Pero al preguntar a nivel individual, sí que surgen desavenencias respecto a los salarios entre hombres y mujeres.
Para Selena Sabiote, Manager de HAYS Technology, “el colectivo femenino sí acusa algunas desigualdades, sobre todo en niveles de dirección. Los motivos pueden ser muy variados: desde que les cuesta negociar y hablar de salarios de forma clara en sus promociones o nuevos roles, a que en ocasiones siguen teniendo el síndrome de la impostora y no dan el valor suficiente a sus capacidades, para negociar al alza sus salarios”, añade.
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