El aparato en cuestión, denominado RhinoChill, dispara un congelante de perfluorocarbono por la nariz, después del parón cardíaco. De esta manera “se induce, de manera controlada, una hipotermia que ralentiza el metabolismo de las células, lo que previene la liberación de moléculas tóxicas que pueden causar un daño permanente”.
Aún no ha sido aprobado por el Departamento de Control de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos, pero han demostrado su eficiencia con 200 pacientes. Los supervivientes redujeron en un 15% la probabilidad de daños permanentes. Cuando uno se despierte me imagino que será como si le hubieran metido litros de agua por la nariz, pero más vale eso que perder parde de la memoria, por ejemplo. —Javier G. Pereda [PopSci]
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