Un equipo del MIT liderado por Dave Smith ha creado esta milagrosa sustancia que hace que cualquier recipiente resbale más que una anguila sudorosa cual Camacho y con aceite de masaje por todo el cuerpo.
Claro que lo importante para que cumpla su función y no tengamos que hacer malabares para agarrar los botes es ponerla sólo por dentro, algo tan sencillo como que los fabricantes la apliquen de manera industrial con pulverizadores cuando fabriquen los envases o antes de introducir el producto en ellos.
La sustancia ha sido aprobada por la FDA, por lo que teóricamente no resulta tóxica ni peligrosa para los seres humanos. Es más, se podría usar no sólo en envases de salsas, sino también de cremas, champús, pastas de dientes y muchos más productos okupas que se niegan a ser expulsados por nuestra voluntad.
Podrían ahorrarse millones y que se tirase muchísimo menos, pero el problema principal es que probablemente a ningún fabricante le interese, ya que aprovechar su producto al máximo le implica que la gente comprará menos y finalmente terminará perdiendo dinero.
Es más, probablemente la razón de que a veces sea tan complicado sacar el producto sea que el propio diseño del envase esté pensado para ello. Todo sea por mantener la sociedad de consumo, oiga. [Geekosystem]
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