Las Google Glass fueron posiblemente uno de los productos más publicitados de Google y uno de los más criticados. Todos tienen claro cuál era el problema: se empezó a hablar de las gafas demasiado pronto, cuando solo había algunos prototipos rudimentarios, y siempre fueron más evidentes los fallos que sus ventajas. Estaba también el tema estético: nadie querría ponerse esas gafas para ir por la calle.
Ese primer lanzamiento limitado para early adopters, la versión Explorer, tuvo también un efecto positivo para Google: si bien notaron que para uso personal había mucho que cambiar y pensar (el tema de la privacidad), el uso en algunos contextos profesionales parecía más sencillo. Si las Google Glass son una herramienta de trabajo para, por ejemplo, cirujanos, desaparecen el problema estético y el de privacidad.
Esta semana la compañía ha dejado claro que lo sabe y ha lanzado de forma silenciosa, lejos del bombo y platillo de otros momentos Glass, la edición Enterprise de las gafas. Han cambiado un poco en cuanto a diseño (ahora incluyen visagras para poder ser dobladas y guardadas como unas gafas normales y tienen un sistema de clip para engancharlas en otras gafas), y han ampliado el tamaño del visor. No obstante, la idea sigue siendo la misma y Google confía en que efectivamente a las empresas les guste.
Pero ¿y la versión consumo? ¿verá algún día la luz? Aunque mucha gente la da por desaparecida desde que en enero Google anunció que retiraban las Glass para repensarlas por completo, lo cierto es que la compañía tiene un equipo entero, al frente del cual está Tony FAdell, de NestLabs, dedicado a rehacer las Google Glass y convertirlas en un producto atractivo. Pero ¿lo conseguirán?
El problema persistente: la privacidad
Sería fácil decir que lo de la privacidad no puede ser una prioridad en el equipo de Fadell a la hora de rediseñar las gafas, ya que Google ha comprobado muchas veces que los usuarios, en realidad, acaban aceptando cualquier cosa. No obstante, el caso de Glass es distinto, más palpable. Una persona con Google Glass podría estar sacando fotos o vídeos de forma automática sin que nadie se dé cuenta, ya que no es necesario que use las manos. ¿Quién va a querer vivir en ese mundo?
Una patente registrada por Google hace unos días, no obstante, hace pensar que efectivamente no les importa demasiado el tema: el documento describe un wearable que graba vídeos y hace que sea posible buscarlos de forma rápida y sencilla. No se especifica que el wearable sean las gafas, pero sí se muestra al procesador y sistema de almacenamiento instalados en unas lentes. ¿Siguen todos los planes de Glass intactos?
No necesariamente. Como apuntan en Wired, este nuevo sistema de vídeo podría estar dirigido a la edición Enterprise de Glass, un ecosistema en el que es fácil ver su utilidad: ser utilizado por la industria médica, por ejemplo, para que los cirujanos puedan grabar operaciones sin usar las manos. O en el mundo de la seguridad: los agentes de aeropuertos podrían llevarlas y estar grabando de forma continua. Después podrían pedir al dispositivo que les muestre todo lo grabado entre dos momentos, por ejemplo, para buscar una cara determinada.
¿Qué pasará al final? ¿Llevaremos todos las Google Glass dentro de cinco años o las gafas se quedarán reducidas a una herramienta para determinados sectores profesionales? Como siempre en estas cosas, habrá que esperar. Quizá en el futuro nos riamos ante el recuerdo de lo que nos preocupaba que nos grabaran, al igual que ahora ha dejado de importarnos que los anuncios que vemos en Internet estén demasiado bien dirigidos.
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